Ejercicio de estilo propio

Hubo pinchazo de público, cosa lógica si se tiene en cuenta que Willy de Ville viene a tocar a España cada dos por tres. Cierto es que el artista no aparentó estar en absoluto afectado por ello. Se plantó en el escenario sonriente, como si tuviera delante a la mayor y mejor audiencia de su carrera. Embutido en un traje, de levita de color rojo, se acercó al micrófono engalanado de rosas, procedió a encender el primer pitillo de la noche a los acordes de This must be the night e inició un repaso por lo más granado de su repertorio, todo él bien conocido en estos pagos. De Ville, que estaba de voz más o menos como siempre. -escaso- se movio, sin embargo, con más dinamismo que en anteriores ocasiones al compás de los variados ritmos que configuran su particular visión del rock'n roll. El bullicioso ritmo de las calles del East Side neoyorquino con su regusto latino; el más atemperado de los pantanos de Louisiana o el de las carnavaleras avenidas de Nueva Orleáns. Todo ello, mostrando serias aspiraciones de convertirse en crooner elegante para todas las edades.De Ville va haciendo ejercicio de estilo, del suyo propio, y su actuación siempre da para pocos sobresaltos y muchos sobreentendidos.