El secreto mejor guardado, a subasta
El descendiente de uno de los inventores de la 'coca-cola' dice que pondrá en venta la fórmula
Uno de los secretos mejor guardados del mundo está punto de salir a subasta. Se trata de la fórmula de la cocacola, o al menos eso asegura el descendiente de uno de los creadores de la bebida refrescante más famosa de los cinco continentes. Hasta el momento, para satisfacción de la empresa, se ha mantenido el misterio sobre la composición exacta del líquido que beben miles de millones de personas. El empeño en mantener el secreto ha llevado a la multinacional incluso a sacrificar los mercados de países cuyos gobernantes han exigido conocer el documento como condición para dar el permiso de venta. Si es verdad que existe, la fórmula, bautizada por sus creadores en 1886 con la denominación 7X, está encerrada en la caja fuerte de un banco de Atlanta, en donde se encuentran los cuarteles generales de la compañía, y sólo es conocida por un puñado de personas.Pero, según The Wall Street Journal, la copia de la fórmula original, transcrita personalmente por Frank Robinson, uno de los inventores del mejunje junto a John S. Pemberton, está en poder de la ex mujer de su nieto. Él quiere subastarla porque necesita dinero. Ella desea guardar el amarillento y envejecido papel para cuando su hijo sea mayor.
Frank Robinson, de 57 años, es el nieto del Robinson que creó el nombre de la bebida y diseñó el logotipo. Cuando su socio vendió la fórmula sin contar con él, Robinson se enfadó y la copió a mano con la esperanza de encontrar otro comprador. Sea por sus deficiencias en relaciones públicas o por mala suerte en los contactos con inversores con escaso olfato, Robinson no tuvo éxito y el papel pasó a sus herederos hasta llegar a manos del actual Frank Robinson.
En un arranque de romanticismo y generosidad, éste se la regaló a su mujer cuando se casaron. La vida da muchas vueltas, y las cosas no le fueron bien al nieto del cofundador de Coca-Cola: piloto aéreo, fundió su capital en malas inversiones inmobiliarias, se arruinó y enfermó de cáncer de próstata. Para colmo, la pareja se separo.
Ahora, Frank quiere que su ex mujer tenga un detalle y venda la famosa fórmula para compartir los beneficios de la subasta. La mujer, que tiene 42 años, dice que no tiene ningún interés en venderla y que prefiere guardar el documento, sobre cuya autenticidad asegura no tener ninguna duda, para su hijo de 13 años.
En declaraciones a la televisión, Frank Robinson ha dicho que no tiene "ni idea de lo que podría valer" el papel y que lo que él quiere es sacar el máximo posible, porque, a su edad y con lo que tiene encima, no está interesado en absoluto en hacer la competencia a Coca-Cola: "Nunca habrá una Frank-Cola", asegura, al tiempo que reconoce que habría que confirmar en la práctica si lo que dice el papel es la auténtica receta. Su ex, mujer cuenta que el pasado verano hizo una prueba mezclando los productos y las cantidades en un barreño, y que un experto que probó el resultado dijo que el sabor no se parecía al de la actual coca-cola.
Aunque los directivos de la empresa aseguran que la fórmula no se ha modificado en los 110 años de vida que tiene, otros discrepan , dicen que la bebida ha sufrido vario cambios a lo largo de este tiempo, con el añadido de conservantes y edulcorantes que no existían entonces. Para los guardianes del secreto, esos componentes son circunstanciales y no forman parte de la fórmula.
Precisamente por las dudas que existen, coleccionistas consultados por el diario creen que el papel transmitido de generación en generación y ahora en poder de la señora Robinson sólo obtendría de 10.000 a 20.000 dólares (entre 12,5 y 25 millones de pesetas) en una eventual subasta, aunque estas estimaciones serían más elevadas si se pudiera establecer la autenticidad del escrito.
En diferentes publicaciones se han dado a conocer, a través de los años, varias combinaciones, a cual más auténtica, y todas reclaman ser la verdadera fórmula de la coca-cola. Pero Phil Mooney, historiador y documentalista de la empresa, dice a The Wall Street Journal que nada de lo publicado se aproxima ni de lejos a la realidad y que duda seriamente de la fórmula de Frank Robinson. El nieto del desafortunado creador asegura que se la enseñó hace diez o doce años y que el propio Moorney dijo que le parecía muy interesante, pero que todo lo que le ofreció fue guardarla en los archivos de la empresa.
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