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44 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

La impresionante 'Capitán Conan' de Tavernier, máxima candidata para la Concha de Oro

Francisco Lombardi consigue un aceptable 'thriller' con 'Bajo la piel'

La programación a concurso del festival donostiarra se vio sacudida ayer por el impacto de una auténtica obra maestra. Capitán Conan, de Bertrand Tavernier, segunda entrega del director francés sobre un tema que le obsesiona, los efectos devastadores de la guerra obre los hombres comunes que la protagonizan, y desde ya máxima candidata a alzarse con la Concha de Oro, es un filme sobrio,brutal y reflexivo. El peruano Francisco Lombardi completó, con Bajo la piel, una eficaz coproducción hispano-peruano-alemana, una jornada redonda, y contribuyó a mantener el buen nivel.

Como en La vida y nada más, Tavernier vuelve a la I Guerra Mundial y a un episodio clandestino, la actuación en ella del llamado Ejército de Oriente, un cuerpo expedicionano francés de 120.000 hombres que combatió en Bulgaria, Rumanía y Hungría, y que, a diferencia del resto de los ejércitos, continuó movilizado casi un año después del final de la contienda, puesto que le tocó abortar la efímera comuna bolchevique de Bela Kuhn. El filme arranca en septiembre de 1918, dos meses antes del armisticio, y concluye en el otoño de 1919, con un estremecedor epílogo posterior, ya en Francia, tras la desmovilización. A par tir de la vida de dos hombres, el. capitán del título un hombre de pueblo convertido en matarife a la fuerza, y un teniente licenciado Letras, el director francés construye un filme no sólo impresionante -pocas veces en la historia del cine se ha visto así la_ guerra-, sino éticamente imprescindible. Ciertamente, Capitán Conan habla de la I Guerra Mundial, aquella pesadillesca "última con tienda entre caballeros" que ven dían los beligerantes de uno y otro bando. Pero. haciendo que sus criaturas estén siempre al albur de decisiones caprichosas, burocráticamente ineficaces, y que vaguen por los confines de una Europa oriental tan desconocida para ellos como, es de temer, también para el espectador, Tavernier nos mete de lleno en el horror de una guerra que se parece mucho al conflicto serbiocroata. Habrá ocasión de volver sobre un filme de pronto estreno, pero vaya por delante que está a años luz de todo lo visto en esta edición donostiarra. La adecuación de su estructura formal a sus contenidos, con un trabajo impresionante sobre el punto de vista - narrativo; el rigor extremo, con que Tavernier reconstruye el -referente histórico por el que se mueven sus criaturas; la falta de maniqueismo a la hora de presentar los conflictos humanos que vive este grupo de hombres, cada uno de los cuales está prisionero de su propia visión del mundo, de sus grandezas pero también de sus miserias; el trabajo soberbio de sus jóvenes actores, en la línea, de sus últimos trabajos, como L-627 o La carnaza y, en fin, su denuncia sin paliativos de la inutilidad de la guerra, de todas las guerras, hacen de Capitán Conan un filme sencillamente magnífico, que difícilmente podrá olvidar el jurado en sus delibera ciones.

Extremos

Eficaz e inteligente es también Bajo la piel, un thriller del peruano Francisco Lombardi de mejor factura que su último filme estrenado, y clamorosamente fallido, Sin compasión. A pesar de hablar de temas ancestrales, como el horror de los descabezamientos rituales practicados por los indios moches, recreados por un paranoico serial killer contemporáneo; la investigación iniciada por el capitán de. policía a quien le toca en suerte, en un remoto pueblo del interior del país, encontrar al asesino, y de algunas cosas más sobre las que resulta prudente guardar silencio, la película habla en realidad de los extremos a los que, puede llegar un hombre simple cuando se enamora.

El filme tiene un guión abigarrado y por momentos apasionante, que sabe colocar astutamente temas e ingredientes del buen cine criminal estadounidense, pero sin olvidar también en qué contexto surge y se desarrolla la historia. Así, por sus imágenes se deslizan referencias veladamente críticas al sistema judicial peruano, al funcionamiento de la policía, incluso al racismo ordinario que forma parte consustancial de la sociedad de clases andina. Tiene algunos fallos, especialmente el trabajo de su actriz protagonista, la española Ana Risueño, siempre un punto por debajo de sus compañeros masculinos. Pero es también cierto que su personaje no la ayuda mucho: le falta concreción, descripción, posibilidades de explicarse, lo que no empaña en exceso el resultado final de un producto que, en buena regla del género, tiene su mejor logro en una resolución tan satisfactoria como malévolamente inteligente.

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