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44 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Un entretenido 'thriller' de Bob Rafelson abre la competición

Gran trabajo de Michael Caine y Jack Nicholson en los papeles estelares

La 44º edición del festival donostiarra comenzó pasada por agua. Un frío otoñal y un viento de rigurosa fuerza que no tuvo miramientos a la hora de tumbar algunos de los grandes cartelones publicitarios situados frente al palacio del festival fueron el preludio al pase de Blood and wine, el último filme del estadounidense Bob Rafelson, con estelar presencia de dos monstruos del tamaño de Jack Nicholson y Michael Caine. Un grupo de simpatizantes de ETA intentó anoche boicotear la ceremonia de inauguración en el teatro Victoria Eugenia, pero el público lo impidió y tuvieron que retirarse del escenario.

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Un pequeño grupo de simpatizantes de ETA interrumpió durante unos minutos la ceremonia inaugural del festival e intentó leer un comunicado pero el público del teatro Victoria Eugenia comenzó a silbar y patear en protesta por la acción y tuvieron que retirarse. La ceremonia fue interrumpida unos diez minutos y después prosiguió con normalidad. Antes de la gala, unos 30 simpatizantes de ETA se manifestaron en la calle pidiendo la libertad de los presos de esta organización terrorista.Blood and Wine, la última creación del responsable de Mi vida es mi vida o El caso de la viuda negra, es un thriller tan estilizado como personal, carente de un punto de mala uva necesario a la luz de lo que propone, pero en todo caso entretenido y digno como filme de apertura. Cuenta la historia de una familia un tanto peculiar, formada por un padrastro ambicioso (Nicholson), una madre insatisfecha por las frecuentes ausencias del cónyuge (la eficaz Judy Davis) y un hijo (el joven Stephen Dorff, que pasea estos días su palmito por Donostia) que de alguna forma ayuda a la construcción del punto de vista de la narración.

A partir de un guión que es, de lejos, lo mejor del filme, Rafelson ilustra, con comedimiento un tanto inconveniente, la historia de un robo, el que perpetran Nicholson y su compinche, un ex recluso moribundo al que Michael Caine otorga una fuerza prodigiosa, que se complica por la presencia de una joven amante de Nicholson (la cubano-estadounidense Jennifer Pérez, un hallazgo), que es igualmente pretendida por Dorff, por el involuntario extravío del botín; por una brutal agresión que recibe Nicholson de Davis y por diversas persecuciones, agresiones y malentendidos.

Hay en esta historia considerablemente sórdida un sadismo poco habitual en el cine americano, y debido no a la efusión sanguinolenta con que suelen confundir los amantes del porrazo la violencia en la pantalla. Las agresiones físicas, que son múltiples a lo largo y ancho de su desarrollo, son siempre cuerpo a cuerpo, sin mediar armas de fuego y mediante enfrentamientos a escasos centímetros. Un palo de golf, una barra de hierro, un bastón, incluso un cojín, pueden ser excelentes armas para la mutilación o la directa

eliminación del contrario. Toda esta violencia, no obstante, no está en función del entretenimiento, sino de la explicitación de un viejo tema en el cine de Rafelson: el de a familia como sede y exorcismo e las mayores vejaciones imaginables. La ambición como motor e un cambio que prov

oca cataclismos en el microcosmos familiar es el detonante del drama, perfectamente servido por un elenco as que competente. Si Caine está sencillamente soberbio, como suele, en un papel implacablemente desagradable, Davis, los jóvenes, y hasta Nicholson, bordan sus papeles y otorgan al filme su carácter necesariamente- desagraable.Es lástima que Rafelson, que muestra seguir en posesión de s facultades para la puesta encesna (por ejemplo, en una magistral e impresionante secuencia de accidente en la carretera, rodada n absoluta maestría), no ahonde más en las muchas contradicciones de sus criaturas e incluso que, al final, demuestre casi una comprensión ciertamente excesiva por tan repulsivos personajes.negro (1942), de Carlos Árévaío, un extraño cruce entre el experimentalismo formal y el regüeldo eaccionario, y La señora de Fátima (1951), de Rafael Gil; mientras os interesados-por el cine de animación pudieron contemplar la segunda tanda de la excelente serie de cortometrajes ingleses Aardman Colection: como se puede apreciar, propuestas para todos los públicos.ria del cine, Maudíte soit la gué(1914), del belga Alfred Main, recientemente recuperada. os amantes del cine español, o simplemente de las rarezas, tuvieron la ocasión de revisar dos virulentos filmes anticomunistas, dentro del ciclo La pesadilla rqja: Rojo negro (1942), de Carlos Arévalo, un extraño cruce entre el experientalismo formal y el regüeldo reaccionano, y La señora de Fátia (1951), de Rafael Gil; mientras los interesados por el cine de animación pudieron contemplar la segunda tanda de la excelente serie de cortometrajes ingleses Aardan Colection: como se puede preciar, propuestas para todos los públicos.

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