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Crítica:JAZZ EN VITORIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Avalancha musical de alto voltaje

Resulta difícil hablar de la tercera jornada del Festival de Vitoria por la acumulación de acontecimientos de una intensidad inusitada que se sucedieron en el curso de pocas horas. Henry Threadgill, Joe Lovano-Jim Hall y Kenny Garrett-Path Metheny, una cascada de sensaciones difíciles no ya de explicar sino de asimilar. Tres conciertos totalmente diferentes pero igualmente atractivos; arrebatadores, incluso, cada uno en su estilo. Después, ya de madrugada, Leroy Jones soplaba como un poseso en el Jazz de Medianoche.La avalancha de música de alto montaje comenzó ya en la sección Jazz del Siglo XXI. Todo un lujo recibir a Henry Threadgill, un creador que por su talla hubiera merecido una noche estelar pero cierto es que su música no es fácil y en el entorno más acogedor del Teatro Principal pudo degustarse más cómodamente. El jazz de Threadgill es complejo y valiente, mira hacia adelante sin miedo y mezcla cualquier tipo de influencias para crear un producto nuevo, personal y altamente sugestivo.

Henry Threadgill/ Jim Hall-Joe

Lovano Gran Slam/ Kenny GarrettQuartet con Pat Metheny Teatro Principal y polideportivo Mendizorrotza. Vitoria, 18 de julio.

Ideas geniales

Joe Lovano y Jim Hall, por su parte, no se lanzaron a la búsqueda de novedades. No hacía ninguna falta: simplemente el Body and soul (en dúo, sin acompañamiento rítmico), que cerró su concierto fue de los que le devuelven a cualquiera su confianza en la actualidad del jazz. ¡Todavía se puede conseguir que Body and soul suene nuevo! El concierto de Hall y Lovano fue sencillamente apasionante. El saxofonista desplegó esa sonoridad de fieltro repleta de ideas geniales de la que pocos, muy pocos, saxofonistas pueden presumir y llenó el polideportivo de una música densa y palpitante que, en muchos momentos, ponía la carne de gallina.En la segunda parte cambió casi radicalmente el ambiente y se pasó del estremecimiento continuado a la contundencia más apabullante. Fue necesario cambiar el chip mental por segunda vez y dejar reposando en algún lugar de la memoria todo lo anterior para sumergirse en la propuesta de Kenny Garrett y Pat Metheny que, dejando de lado sus trabajos habituales se centraron en un recuerdo a John Coltrane. El público acabó de pie coreando y palmeando las intervenciones de un Garrett convertido en uno de los monstruos del saxo alto actual.

Como no todo pueden ser alegrías, mientras en la pista de Mendizorrotza reinaba el júbilo, entre bastidores se extendía la triste noticia del fallecimiento en el accidente aéreo neoyorquino de Ana María, la esposa de Wayne Shorter que dos días antes había inaugurado esta vigésima edición del Festival de Vitoria.

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