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Los islamistas turcos exigen el poder tras la dimisión del primer ministro

La dimisión presentada ayer por el primer ministro y líder del conservador Partido de la Madre Patria (ANAP), Mesut Yilmaz, supuso una nueva vuelta de tuerca en la complicada crisis política de Turquía y dio paso a que los islamistas del Partido del Bienestar (RP), excluidos del poder pese a ser los más votados en las elecciones del 24 de diciembre, exigieran que se les encargase la formación de Gobierno."El problema está resuelto, gracias a Dios", declaró Necmettin Erbakan, líder del RP. "Ahora debo recibir el encargo [de formar Gobierno] en la próxima media hora". Pero pasó ese tiempo, y muchas horas más, y sus expectativas no se cumplieron. Los analistas consideran que el laicismo del resto de los partidos, de las élites dominantes y de los militares podrá oponerse con éxito a una alternativa casi revolucionaria que sería vista con alarma en Occidente (Turquía forma parte de la Alianza Atlántica y tiene una unión aduanera con la Unión Europea) y chocaría abiertamente con los principios del Estado creado por Atatürk a comienzos de siglo.

Dos opciones

En realidad, la renuncia de Yilmaz supone la apertura de otras dos opciones, aparte la llegada del RP al poder. Una es la reconstrucción de la actual coalición, pero sin Yilmaz y sin su gran aliada y rival Tansu Çiller, ex primera ministra y líder del también conservador Partido de la Recta Vía (DYP). La otra es la convocatoria de elecciones anticipadas, y parece la más probable. Yilmaz y Çiller estaban enfrentados, entre otros motivos, por el apoyo de los diputados del DYP a la apertura en el Parlamento de varias comisiones de investigación por supuesta corrupción de Çiller, y por la negativa de ésta a explicar el uso que hizo de más de 800 millones de pesetas procedentes de los fondos reservados.Yilmaz justificó su renuncia en la decisión del Tribunal Constitucional del 14 de mayo de invalidar la sesión de investidura de su Gobierno, en la que se consideró suficiente la mayoría absoluta de los votos de los diputados presentes en el Parlamento, sin contar a los ausentes. Pero resulta más verosímil que la dimisión se haya producido ante la inminencia de una moción de censura que tenía todos los visos de prosperar, ya que Çiller había anunciado que votaría en contra del Gobierno del que aún forma parte su partido.

El influyente comentarista Bilal Cetin aseguraba ayer a Reuter que los islamistas no llegarán al poder, "no ahora". Y lo justificaba así: "Hay fuerzas que trabajan en contra [de esta posibilidad], como los círculos de negocios y las Fuerzas Armadas. No quiero decir que dieran un golpe [aunque dieron tres entre 1960 y 1980], pero no les gustaría". Percatándose de los obstáculos que tiene en el camino, Erbalcan lanzó ayer una ofensiva de encanto, moderando su retórica antioccidental.

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