La creación actual en La Alhambra
En tomo al concurso de composición de cuartetos Luis de Narváez -ganado este año por el zaragozano Víctor Rebullida con su obra Soneto- el músico granadino José García Román, con el respaldo de La General, ha llegado a articular unas jornadas de música contemporánea de alto tono europeo. El programa de este año supera todos los anteriores y basta recordar, a título indicativo, que hemos escuchado obras representativas de Stockhausen, Boulez, Berio, Kagel, Ligeti, Cage, Ferneyhohgh, Varese, Dallapiccola, Stravinski, o Benjamin junto a los españoles Núñez, Liñán, Díaz, Flores, Barce, Iges, Álvarez, Villarrojo, Cruz de Castro, Olavide y Bernaola.A través de versiones responsables y en medio de un clima de gran interés y adhesión, intérpretes y público evidenciaron su asimilación de unas expresiones musicales que dentro de muy poco denominaremos "del siglo pasado". El concierto de clausura a cargo de la orquesta de la ciudad de Granada, dirigida por el compositor británico Georg Benjamín (Londres, 1960) me parece todo un acontecimiento. Formado en su país y luego en París con Oliviere Messiaen, la personalidad de Benjamin alertó a todos desde sus primeras apariciones públicas. Es músico de ideas y sensibilidad que, pacientemente, busca sus propios caminos tan plenos de actualidad como dotados de posibilidades comunicativas. Quedó demostrado con claridad en su obra Mente de invierno, sobre poemas de Wallace Stevens.
Detallista y convincente
Además, Benjamin es un director detallista, seguro y convincente y así Memoriale, de Boulez, Octandre, de Varese, los tres Laudi, de Dallapiccola y Pulcinella de Stravinski tuvieron versiones de categoría internacional por las que han de hacerse todos los elogios de la orquesta granadina que actuó de tal manera que el propio Benjamín me confesaba su sorpresa.No menor, fue la de encontrar en Granada, junto al goce estético de los monumentos y el paisaje, un público que abarrotó el Auditorio Falla y ovacionó todas las obras con encendido entusiasmo. No hay mejor lenguaje que el de los hechos, y Granada ha hablado desde ellos con una fuerza capaz de acallar los dimes, diretes y problemas de sus estructuras musicales. El más justo elogio se lo escuché a un vecino de localidad al terminar el programa cuando exclamó: "Esto es Europa". Que tal imagen de una ciudad emblemática se extienda por el mundo me parece importante y más necesario que cualquier nuevo canto a las torres rojas y a la luna flotando sobre los alminares.
Acaso sin proponérselo, estas jornadas han constituido el más hondo y fiel homenaje a Manuel de Falla, el pequeña. gigante musical de la Antequeruela muerto hace 50 años al otro lado del océano.
