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FÚTBOL: 38ª JORNADA DE LIGA

El Barça recobra la confianza

De la Peña, con un gol y dos asistencias, se convierte en el verdugo del Sporting

El Barcelona se cubrió de gloria en Gijón. Impulsado anímicamente por el nuevo parón del Atlético, el grupo de Cruyff recuperó la confianza, el fútbol y el gol en 45 minutos dignos del dreamteam de tiempos recientes. El primer tiempo fue de museo, una fiesta azulgrana, con De la Peña animando a todos los invitados. El calvo convenció a Cruyff de que sus virtudes tapan poco a poco a sus defectos. Al Sporting, allí en medio, le quedó poco menos que servir de palmero en el recital barcelonista. Después de tantas desgracias seguidas, el Barcelona de ayer demostró que la Liga está viva.Desde el principio se comprobó que entre las competencias retiradas a Cruyff por la directiva no estaba la de confeccionar a su antojo las alineaciones. La genialidad de ayer consistió en inventarse a Sergi como pivote, mientras Nadal repasaba en el banquillo la jugarreta de Caminero hace una semana. A partir de ahí, casi nadie fue lo que parece en el Barça: Roger hizo de Sergi, Óscar de Bakero, De la Peña de Roger y Bakero cubrió la plaza habitualmente reservada para Amor. Sólo el ataque era reconocible, incluso con Figo y Hagi en su espacio natural.

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Los goles no tardaron en hacer bueno el experimento. A ello contribuyó el Sporting con un desbarajuste acunado en la pizarra de Novoa. En este caso bastaron un par de retoques para desmontar el andamiaje que había permitido al Sporting huir de la quema. Como ocurriera hace dos meses, cuando el Atlético visitó El Molinón, el entrenador se lió la manta a la cabeza y tocó lo que funcionaba bien. Es decir, lo estropeó. Quiso poner un policía a cada atacante, aun a costa de abrir como una naranja una defensa que funcionaba correctamente. El más beneficiado fue Hagi, que encontró en Muñiz a un marcador de cintura de acero, acostumbrado al cuerpo a cuerpo con tanques.

Por si fuese poco, Novoa descubrió la pólvora entregando a Bango la batuta que cedía el sancionado Avelino. Hugo Pérez rumiaba su desesperación en la banqueta. De esta forma, el Sporting se quedaba sin las dos premisas del fútbol: armas para aguantar al rival y capacidad para darle réplica. El Sporting fue desde el minuto 2 un muñeco que permitía al Barcelona sentirse como un líder, jugar como un líder, ganar como un líder.

Convertido el partido en un escaparate para el lucimiento de los peloteros, De la Peña no desaprovechó la ocasión de subirse un escalón por encima del resto. En el callejón del 10, pero con movilidad para volver loco a cualquier rival, el 23 se divirtió como un colegial. De la Peña tocó, amagó, se desmarcó, dio asistencias y abrió el camino de una cómoda victoria. Se podría decir que en el primer tiempo lo hizo todo bien, es decir, sacó las virtudes que le atribuye Cruyff y ninguno de los defectos.

Con el partido resuelto, y el rival asustado, el Barcelona convirtió el terreno en el escenario de un gran rondo. Los azulgrana se pasaban y repasaban el balón, sin preocuparse siquiera de Lediakhov, completamente aislado de un equipo que no sabía ni por donde andaba. Óscar y De la Peña pudieron alcanzar la manita de goles en el primer tiempo, lo que en absoluto hubiera distorsionado el juego.

Evidentemente, la segunda parte sobraba. La gente se quedó en la grada sólo para amortizar su entrada, pero consciente de que aquello no tenía remedio. Lo más que se llegó fue a un juego equilibrado. Lógico, el Barcelona aflojó para esperar otras cuatro finales, mientras que Novoa tiró de Hugo Pérez. El centrocampista argentino se dejó notar en el centro del campo porque puso orden y empuje. Lediakhov se lo agradeció. El ruso hizo en el minuto 71 la jugada del partido, regateando desde el centro del campo. Pero no hubo culminación, igual que en otras llegadas que cargaron de razón a Cruyff sobre Julio Salinas, ayer más peleado que nunca con el gol y con Busquets, que le sacó hasta remates a bocajarro.

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