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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cinismo irredento

LA VIDA del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, de cuyo secuestro se cumplieron ayer tres meses, se ha convertido en manos de sus captores de ETA en un frío y despiadado instrumento de extorsión al Gobierno y al Estado. La organización terrorista demuestra así, una vez más, que no duda en recurrir a las prácticas más inhumanas para conseguir sus pretendidos objetivos políticos. El absoluto desprecio de los terroristas de ETA por la vida humana queda meridianamente reflejado en la amenazante -y moralmente repugnante- carta que acaban de dirigir a los funcionarios y compañeros del secuestrado en la prisión de Logroño.El objetivo del secuestro de Ortega Lara, a diferencia del de José María Aldaya, no es económico, sino político. Se trata de extorsionar y doblegar al Estado, obligando al Gobierno y a los funcionarios de prisiones a cambiar la política penitenciaria aplicada a los presos de ETA con la pretensión de reagruparlos en prisiones de Euskadi. Pretende la banda terrorista justificar esa imposición al Estado como respuesta a una supuesta represión generalizada al colectivo de presos de ETA por parte de la institución penitenciaria. Se trata de un mero pretexto para mantener en el engaño a los que siguen prestándose al mismo.

José María Aldaya ha salido con vida tras su terrible cautiverio, de casi un año. La solidaridad ciudadana que despertó su secuestro debe mantenerse en movilización permanente mientras Ortega Lara siga cautivo. Como ayer hicieron los funcionarios de la prisión de Logroño, a pesar del amenazante recordatorio epistolar de que "siguen siendo un permanente objetivo de ETA".

Acercar a los presos etarras a prisiones próximas al País Vasco puede ser un gesto de buena voluntad del Gobierno congruente con la política penitenciaria para evitar en lo posible a los familiares largos viajes y costos en sus visitas. Pero es puro cinismo por parte de ETA hablar de la dispersión como una violación de derechos. Como lo es imputar a los funcionarios actuaciones represivas contra los presos etarras. ETA necesita inventarse agravios para poder ejercer mejor su. papel de verdugo. Y en esta tarea, Herri Batasuna le sigue, como es lógico, los pasos con fidelidad perruna. No hace mucho, el miembro de la Mesa Nacional de HB Tasio Erkizia se refirió a los funcionarios de prisiones en los mismos términos amenazantes que ahora lo ha hecho ETA. "Si persisten en su actitud, no Van a poder vivir tranquilos". Su actitud, la de los funcionarios, es cumplir con su labor con estricto respeto a la legalidad. Ni más ni menos. Ni a Erkizia ni a ETA les gusta que lo hagan.

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El reagrupamiento de los presos etarras en cárceles de Euskadi y el fin de la dispersión son un objetivo antiguo de la banda terrorista. Desde su implantación en 1989, esa política penitenciaria ha dificultado enormemente el control de ETA sobre el colectivo. de presos, ha abierto fisuras notables en el bloque compacto que formaban los reclusos, sus allegados y la propia ETA a través de las Gestoras Pro Amnistía y ha facilitado el desenganche de muchos de ellos, abiertamente o de forma discreta, de la vía violenta. Reimplantar de nuevo la disciplina del terror y la intimidación a los presos, para complementar desde las cárceles su estrategia, es vital para ETA. De eso se trata, y no de salir al paso de inventadas -y, por tanto, inexistentes- violaciones de derechos humanos. Es ETA, y nadie más que ETA, la que viola tales derechos manteniendo privado de libertad por la fuerza a Ortega Lara, insinuando un "desenlace duro" a su secuestro y poniendo bajo el punto de mira de sus amenazas a todo el colectivo de funcionarios de la prisión de Logroño.

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