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Un directo en la mandíbula

El Madrid aprovecha las deficiencias del Atlético para sorprender al líder en el Manzanares

Santiago Segurola

Desde la bravura y el instinto para comprender el partido mejor que su rival, el Madrid salió orgulloso del Manzanares. No le hizo falta el fútbol para derrotar al Atlético, pero tuvo la entereza para salir de la postración y entrar en un partido físico, bastante confuso y con varios momentos vibrantes. Eso que se llama un encuentro intenso, demasiado intenso para los intereses del Atléfico, que se metió en un charco que no le convenía. En lugar de producir fútbol, intentó derribar a su rival a empujones, sin la frescura ni la imaginación que se esperan de un líder. En el cuerpo a cuerpo, el Madrid también ganó al Atlético, que está abocado a un final de Liga angustioso como es. ley en un equipo con tradición sufriente.Hubo mucho voltaje, como cabía esperar, y un fútbol nervioso, con mucha pelota larga y grandes esperanzas en los rechaces. Desde esa perspectiva, el Atlético dio ventaja al Madrid, que llegaba al clásico con mucha aprensión. La alineación madridista explicaba los grandes desgarrros que ha sufrido el equipo: sólo cuatro jugadores eran titulares en el comienzo del campeonato y, todos los defensores estaban en la suplencia o en el Madrid B en la época de Valdano En estas condiciones, un partido dividido favorecía los intereres del Madrid. Y el Atlético le concedió ese beneficio. Sin elaborar, con el deseo de - acabar con el Madrid a empujones, el Atlético permitió un partido demasiado tenso, llevado desde la emotividad. Ahí le salió una vena firme al Madrid, que no se dejó atropellar en los primeros minutos.

Como el balón contó poco hasta el gol de Soler, el fútbol se volvió impreciso. El Atlético buscó los pelotazos hacia el pecho de Kiko o Penev, que defendían el balón a la espera de la llegada de los los centrocampistas o de los rechaces de los defensas. El recurso fue pobre y ayudó a fijar los marcajes de los defensores madridistas, que evidentemente preferían el combate cuerpo a cuerpo. Otro problema grave era la infrautilización de Kiko, cuyo talento es decisivo en la media punta, y el exceso. de personal en el eje del campo frente a la escasez de centrocampistas por las bandas. Por este lado, al Atlético le faltó sutileza para explotar las carencias defensivas que ha recibido diez goles en sus cuatro últimas salidas. Desde la vertiente madridista, el objetivo pasaba por encontrar a Laudrup y a Raúl, que estuvieron menos vigilados de lo previsto. Recibían con mucho espacio, pensaban y llegaban. Y cuando a estos jugadores les facilitas la vida, la amenaza es considerable.

El gol de Soler vino a confirmar el corte trabajoso del partido. Se produjo tras un saque de banda y un rechace, para mayor gloria de Floro. Fue un gol más propio del Atlético, pero estos duelos te dan sorpresas. El Atlético, que había desaprovechado la oportunidad de ganar por juego, se encontró de repente con varios problemas: había permitido la subsistencia del Madrid con un partido demasiado frontal, no había encontrado a sus mejores jugadores y había recibido un gol. La ecuación se hizo demasiado difícil y más aún con la expulsión de Simeone.

El Madrid comenzó a mirar el duelo desde atrás. Sus defensas siempre tuvieron dificultades para sacar la pelota con limpieza, pero se sentían cómodos en el choque, en el. juego alto, en la propuesta del Atlético, cuyo fútbol era demasiado previsible, incluso después del tanto de Soler. Sólo hubo dos momentos dramáticos para el Madrid. Las dos ocasines fueron producidas por dos errores muy graves de la defensa, que tiró el fuera de juego como una banda de apaches. Pero Geli que protagonizó las oportunidades, no las concretó. Fuera de eso, el Atlético se deslizó poco a poco hacia la agonía. Y no estaba preparado para ese tipo de situación. En su acercamiento al partido, sólo veía la destrucción del Madrid. Cuando tuvo que interpretar otro partido, no pudo hacerlo.

,. Todos los guiños del partido favorecieron al Madrid, que sólo tuvo la contraridad del penalti y la expulsión de Hierro, cuando el partido llamaba a su fín y el Atlético parecía noqueado. Hasta entonces, el Madrid resolvió con facilidad la embravecida carga del Atlético, -que había dejado a Simeone y muchos espacios por el camino, como ocurrió en el segundo gol madridista, un contragolpe de manual cerrado con mucho -estilo por Laudrup. Luego se sucedieron algunos más, pero al Madrid le faltó instinto para terminar definitivamente con su rival, que vio algo de luz tras el gol de Pantic.

Diez contra diez, con el reloj apremiante y los dos equipos en el , alambre, el partido derivó ha cia lo heroico en los últimos mi nutos. El fútbol se hizo secunda rio, pero las venas reventaban por la emoción. El Atlético apuró su suerte con ollazos y llega das masivas para rematar, a la espera del cabezazo milagroso o el rechace ganador. No lo consiguió porque cada pelotazo fue atrapado por Cañizares, devuelto por los defensas o finalmente conquistado por los centrocampistas del Madrid, un equipo esta vez tuvo la bravura para entrar en un partido de carácter y la ha bilidad para sacar rédito de las concesiones que le hizo el rival.

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