_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Angelotes

Esto empieza a ser preocupante. Ni la campaña electoral ni la inclusión de algunos asuntos que a priori podían resultar disputados han conseguido animar el último pleno del Ayuntamiento, de Madrid. Cotizamos a la baja en el mercado de la política-espectáculo. Quizá por eso hemos echado de menos a Matanzo cuando se ha hablado del matadero municipal, que era, con el Distrito Centro, la procesión de la Paloma y el casticismo cheli, una de sus especialidades. Los rollizos angelotes que pintara Palomino -no el cuñadísimo, sino el pintor del XVII- en el abovedado techo del salón de plenos recuerdan seguramente el día en que Matanzo, para demostrar que era una autoridad en materia de carnes y mataderos, dijo aquello de "le doy una patada a una vaca y la hago filetes". Inolvidable.El cierre del matadero lo hemos presentado como la "extinción de la línea de sacrificio", cursi eufemismo para decir que se acabó dar matarile a inocentes reses en Legazpi. Lo defendió F. López-Amor quien, con la vista puesta en la Carrera de San Jerónimo, ha querido despedirse con una jugada liberal-privatizadora para que vean en el Congreso de los Diputados quién tiene pedigrí, que hay por allí mucho liberal de boquilla. La oposición le ha querido deslucir el pasodoble con la acusación de que el cierre sólo beneficia a los mataderos privados, cuyos veterinarios -dicen- hacen la vista gorda a la hora de detectar el clenbuterol. Como estamos en campaña, nuestro edil ha saltado, con reflejos de puma, a defender la honorabilidad profesional de los veterinarios. Faltaría más.

Hoy se ha demostrado que el aburrimiento funde los plomos. Estaba la pareja de hecho -en materia de Hacienda municipal- Bujidos-Tierno en un desganado debate sobre presión fiscal, de esos que dejan al auditorio en la eterna duda sobre si el PP congela o, simplemente, enfría los impuestos. Exponía el retoño del viejo profesor su "teoría de la paliza y el capón" -teoría ordinaria y simplona que avergonzaría a su padre, con la que trata de explicar la presunta represión fiscal del PP- cuando se fue la luz. Cómo el sonido se mantenía, el debate continuó. El concejal Bujidos, desmontó a oscuras la floja teoría, y cuando mencionaba de pasada al "Banco Santander", como si hubiera pronunciado las palabras mágicas, el fiat lux creacional, la luz volvió al pleno. Cuentan algunos de los presentes que, al despertarse por el súbito resplandor de la luz recuperada, les pareció ver que varios de los ángeles de Palomino eran la viva imagen de Emilio Botín sonriendo. Confiamos en que el prodigio no se reproduzca, ya que, teniendo en cuenta cómo engatusan al personal los fenómenos de esta naturaleza, podríamos tener aquí un espectáculo a mitad de camino entre Bélmez y El Escorial.

Para un punto del orden del día que tenía posibilidades folclóricas, nadie intervino. Se refería al barrio de la Celsa, a la asignación de los nombres de Alegrías, Trilla, Martinetes, Fandangos, Bulerías, Quejío y Seguiriyas a las calles de la modesta urbanización de adosados que ha venido a sustituir al poblado chabolista del mismo nombre. Lo nuestro con la Celsa es ejemplar: les llevamos a los Reyes, les hacemos "gratis total" unos chalecitos adosados y, por si fuera poco, ahora les obsequiamos con unos nombres de calles que serán el orgullo de cualquier gitano que se precie. Sólo falta que la policía se haga el longuis para que el tráfico en la zona siga siendo fluido, y ya verán cómo alguna ONG de las que trabajan por la plena integración de esta etnia nos acabará felicitando. Sería de justicia.

Naturalmente, para redondear las seis horas y media de pleno, otros concejales han hablado de lo divino y lo humano, en su proyección municipal, y así han desfilado el marido de Tocino, los chirimbolos, Valdémingómez (apocalíptica intervención de la sin par Nicasia de la Cruz), tribus urbanas y atentados. El alcalde, que no se movió de su sillón en las seis horas y media, seguramente para no dar ideas a nadie, levantó la sesión, y allí dejamos a los angelotes, recuperada su faz, serena y mofletuda, hasta la próxima.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

del PP, es concejal de Bomberos y Protección Civil del Ayuntamiento de Madrid.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_