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LA CRISIS COLOMBIANA

Los equilibrios de Samper sobre la cuerda de Cali

La sombra del dinero del narcotráfico persigue al presidente de Colombia desde su elección

Ernesto Samper, presidente de Colombia, lleva 17 meses caminando en la cuerda floja. Cuarenta y ocho horas después de su elección empezó a mostrar sus dotes en juegos malabares. Los llamados narcocasetes, que sacó a relucir como trofeo Andrés. Pastrana -su rival en, las urnas y perdedor en las elecciones-, fueron el primer campanazo sobre la posibilidad de que Samper debía su triunfo al apoyo económico del cartel de Cali. En las cintas, grabaciones de charlas entre el periodista Alberto Giraldo, hoy en prisión, y los hermanos Rodríguez Orejuela, jefes del cartel de cocaína más grande del mundo, se escuchan frases como ésta: "Ese Samper sí está dando manifestaciones de ser un buen amigo". La jugada le salió mal a Pastrana. Lo calificaron de "apátrida", de protagonizar "pataletas de niño consentido no preparado para la derrota".La investigación se inició y se le dio nombre: Proceso 8.000. Cuando la fiscalía dijo que había mucho de cierto en las charlas de los narcocasetes, se le empezó a enredar la vida a Samper y Pastrana se volvió a situar en la lista de los presidenciables. Un ex ministro, dos senadores, un periodista, políticos, dirigentes deportivos, estrellas de la farándula... están hoy entre rejas por culpa del 8.000. En la lista aparece incluso el procurador de la nación. Se la conoce como la novela ocho mil y, como en todo buen culebrón, han rodado las lágrimas, se han visto traiciones y ha tenido episodios inolvidables. Colombia lo ha seguido con pasion.

En este largo vía crucis, Samper ha estado a punto de caer más de tres veces. Se pensó que la renuncia era inminente cuando el último día de julio del año pasado en una insólita conferencia de prensa. el entonces ministro de Defensa, Fernando Botero, y el de Gobierno, Horacio Serpa, empezaron a defenderse de las acusaciones que contra ellos había formulado, dos días antes ante la fiscalía y bajo secreto de sumario, el ex tesorero de la campaña, Santiago Medina. Éste fue el primer pez gordo detenido por enriquecimiento ilícito. Una certera pregunta desconcertó a los ministros. ¿Cómo llegó a sus manos la declaración secreta de Medina? Botero le lanzó la pelota a su vecino de Gobierno. "Fue un anónimo que nos llegó", contestó Serpa medio aturdido.

Lo que contó Medina, sibarita y apasionado coleccionista de antigüedades, era más que suficiente para tumbar un Gobierno. Confirmó que a la campaña habían ingresado dineros del cartel. Acusó a Botero, quien fue director de la campaña samperista, y a Serpa, que llevó la jefatura, política, y al propio presidente. Habló, con pelos y señales, del montón de billetes que llegaron a la sede del partido en cajas envueltas, en papel de regalo y atadas con lazos de cinta roja. Ante tamaño escándalo, Samper se dirigió a los colombianos por televisión y dijo: "Si se recibieron, dineros del cartel, fue a mis espaldas". Esta frase se convirtió en su muletilla y en fuente inagotable de inspiración para los humoristas.

La renuncia del ministro de Defensa. y su detención se sucedieron de inmediato. Y mientras Botero, el hasta entonces político con más futuro en el país, ingresaba con los ojos llorosos en la sede militar que le ha servido de cárcel, en el Congreso, Horacio Serpa se reveló como el más 1:'erviente defensor del primer mandatario. ¿Que renuncie' el presidente Samper? ¡Mamola! (corte de mangas), dijo, y de inmediato su frase engrosó la lista de perlas de este proceso.

El Ejecutivo recibió garrote, pero a la par propinó garrote- al narcotráfico. Entre el 9 de junio y el 8 de agosto se entregaron o fueron detenidos ocho cabecillas del cartel de Cali. Uno de los dos grandes jefes de la organización, Miguel Rodríguez, soltó otra frase que hizo historia: "Samper es honesto", dijo cuando era presentado como trofeo ante la prensa.

Fue un episodio bochornoso, como lo fue la aparición de una cinta en la que se escucha al presidente en alegre diálogo con Elisabeth Montoya, esposa de un ex agente de la policía, acusado de narcotraficante y hoy también en la cárcel. En la charla, en tono muy familiar, el presidente -conocido por su hablar desenvuelto- llamó a Elisabeth "monita", y le pidió que no fuera "retrechera". Hablaron sobre un anillo de diamantes para la primera dama.

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El 27 de septiembre, Antonio Cancino, abogado de Samper -el presidente tuvo que contratar un abogado que lo defendiera-, se salvó milagrosamente de un atentado. "Me suena, me sue na", contestó el ministro de Gobierno, Horacio Serpa, a la pre gunta que le formularon a boca jarro: ¿Detrás del atentado podría estar la DEA (La agencia norteamericana contra la droga)?.

Tamaña declaración en boca de un funcionario del Gobierno hizo que las relaciones con Estados Unidos quedaran al punto de poderse cortar con cuchillo. Y ha sido la constante desde que estalló el escándalo: la presión de EE UU, el enfriamiento de las relaciones, declaraciones como la del director de la DEA en Bogotá, quien calificó al Gobierno de II.narcodemocracia", las amenazas de desertización económica, las exigencias... Más que ninguno de sus antecesores -por ser un presidente cuestionado-, Samper ha sido rehén de EE UU. Antonio Caballero, tal vez el más leído y mordaz de los comentaristas colombianos, escribió: "Dice el presidente que hace la guerra a la droga como resultado de una convicción, no por coacción... Señor presidente, dígale al país por qué lo hace: porque le obligan los gringos, ya que si no le derrocan".

El asesinato de Álvaro Gómez, destacado político de derechas, el 2 de noviembre, acercó al país, aún más, al filo del abismo. Vino luego la calma. El 6 de diciembre, una decisión de la Comisión de Acusaciones del Congreso hizo creer, falsamente, que la pesadilla había terminado. Nadie creyó el fallo: por falta de pruebas era imposible juzgar al presidente. La calma de fin de año terminó el 11 de enero: José Santacruz, tercer hombre del cartel de Cali, retiró el vidrio que separa al fiscal del detenido en el cubículo donde son interrogados los detenidos del pabellón de alta seguridad de una cárcel de Bogotá y se escapó. Un mal augurio para un año bisiesto.

El último capítulo del novelón empezó con el episodio de una declaración anunciada. En la primera escena, la senadora María Izquierdo, famosa por su habilidad en el manejo de todos los vicios políticos, decidió renunciar a su pasado vergonzoso y tomar la senda de la verdad. Llegó a la fiscalía con la Biblia bajo el brazo. Sus declaraciones confirmaron lo dicho por el ex tesorero Medina. Aceptó haber recibido algunas de las cajas repletas de billetes y envueltas en papel de regalo.

"Samper", dijo la senadora arrepentida, "es un hombre bueno. Lo que pasa es que se acostumbró a mentir". El domingo 21 de enero, en una larga entrevista en el diario El Tiempo, el aspirante a la presidencia Juan Manuel Santos dijo: "El ex ministro Botero debe contar lo que muchos sabemos que sabe". El lunes se dio a conocer un documento firmado por allegados al ex presidente Gaviria y repleto de críticas a Samper. Esa noche, los colombianos escucharon atónitos una entrevista con el ex ministro, Botero. Tras cinco meses de silencio, de fidelidad a su amigo el primer mandatario, Botero, el hijo del famoso pintor y escultor Fernando Botero, soltó, en una entrevista, toda su verdad. Una de sus frases: "El presidente sí sabía", dio un golpe de gracia al presidente equilibrista y tiene al país sumido en el caos

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