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Algunas estructuras del Bilbao se rompían con las manos, dice un técnico

El jefe del servicio de Edificación Deficiente del Ayuntamiento del Madrid, Fernando Macías, describió ayer en el juicio por la catástrofe del cine Bilbao (seis muertos y 12 heridos) la ruinosa situación en que se hallaban los elementos metálicos de la fachada del edificio. Macías indicó que la herrumbre era tal que -tras la tragedia- hubo que retirar de la fachada el letrero del cine al encontrarse gran cantidad de materiales tan corroídos que, incluso, se desintegraban al apretarles con las manos.

Tan mal estaba la fachada, agregó, que, tras el siniestro, se dio a la dirección del cine un plazo de 48 horas para que la adecentase y eliminara los peligros. Macías corroboró las afirmaciones de José Ignacio Echeverría, actual concejal de Seguridad y Policía Municipal y responsable del área de Urbanismo cuando se produjo el derrumbe del voladizo -el 27 de enero de 1993- Echeverría exculpó al Ayuntamiento del siniestro y responsabilizó a los propietarios de la sala del deterioro de la marquesina.Luis Alemany Indarte, el arquitecto que solía trabajar para los hermanos Reyzábal -dueños del cine Bilbao-, refutó las declaraciones de Macías. Afirmó que la fachada de la sala no podía estar en una situación ruinosa. "Es una estructura monolítica", es decir, toda ella es un macizo de hormigón irrompible. Supuso Alemany que Macías se refería a las impostas de cemento de la fachada. De hecho, "cuando se limpió la fachada", dijo, "quedó sin ningún problema" .Alemany es el autor del proyecto básico de reforma del cine Bilbao, aprobado por el municipio antes del siniestro. Este arquitecto subrayó que el estado de la marquesina era aparentemente bueno. En peor situación estaban otras, aseveró. Citó como ejemplo la del Palacio de la Prensa, cuyo estado tildó de "aterrador".

El juez Ramón Rodríguez Jackson, titular del Juzgado de lo Penal número 8, sometió ayer a un careo -para despejar seis contradicciones- a los testigos Jesús Martín Lázaro -representante legal de la empresa a la que el cine encargó la instalación del cartel- y Miguel Ángel Batres, administrativo de la empresa Andamios In, propietaria del andamio.

El objetivo del careo era, entre otras cosas, aclarar de quién partió la nefasta idea de colocar un andamio sobre el endeble voladizo; y si alguien metió prisa a los obreros que trabajaban sobre el voladizo para que lo desmontasen de día, sin reparar en los transeúntes que pasaban a esa hora por debajo.

El careo sirvió de poco. Batres se refugió en el olvido, mientras que Lázaro mantuvo que pidió a aquél que el desmontaje del andamio se hiciese de noche. Agregó Lázaro que Batres le habló de colocar un andamio para sujetar el cartel. Batres adujo que los montajes que realiza su empresa se hacen con luz del día, y que él, como administrativo, jamás pudo sugerir tal cosa, que compete a los técnicos.

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