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El lirismo de Manolo Cabeza Bolo

El viajante, a la altura de Tordesillas, escucha por la radio del coche que el lirismo es la característica fundamental de las canciones populares castellanas. (¡Ahí le duele!). Y al instante, para darse el gustazo de ilustrar ese rasgo con gárra, ponen un romance palentino donde la voz poética se confiesa autora de asesinatos, incestos y sacrilegios. Hombre, lo del lirismo así, entre nosotros, ha de tener no pocos defensores. En cambio, en Cuba la sutileza lírica fue siempre más jugosa: de Cascarita a Olga Guillot, para nombrar lo opuesto de un plumazo. Ayer mismo me recordaba Carlos Franqui el inolvidable estilo de un cronista habanero que llegó a escribir sin respiro: "Los dos tortolitos hicieron su nido pajita a pajita". Frases como ésa tendrían que reflejarlas los gramáticos al amor del ejemplo, y no esas otras que, incluso en el mejor de los casos, se conforman con deducir: "El niño hace sombras chinescas con las manos". Sombras chinescas con la boca son las que ha hecho el viajante, al mediodía, en el lugar del que ahora vuelve arrobado. Pero una cosa es escribir dicha frase (una menos) y otra, decirla con copiosos datos: boquerones, pimientos, lomo de Caña, setas, mollejas, ventresca de bonito, anchoas, Pollo de corral, natillas... Total, para que algún profesor universitario hable a los alumnos de otra "enumeración caótica", otra más, otra más. (Por cierto, y aunque no venga a cuento, ¡qué excelente apetito tuvo Rosa Chacel en vida!)En fin, horas antes de la enumeracion caótica, una encargada de una distribuidora de libros le hizo al viajante la alabanza encendida de la picaresca; no sólo como autodefensa gremial, sino como lirismo básico de la vida en común. O sea, que iba el viajante requetepreparado, en alma y cuerpo, cuando escuchó lo de la radio. Pero la apoteosis lírica cuajó de anochecida, coincidiendo esta ve¡ con la llegada a su Jugar habitual de destino. El viajante, ya duchado y enguaranado, se va a cenar con un aimigo de Bilbao que ha venido a pasar aquí unos días. (Véase información, y no proselitismo, en el sencillo hecho de aclarar que enguaranact6 viene de "guaraná: medicamento preparado, con semillas de paulinia, cacao y tápioca", de venta en herbolarios inofensivos y de efectos más bien. dudosos, pero eso es lo que hay, y todo es bueno para el contento lírico.)

En un momento dado, el de Bilbao reconoce que el can tante que al tasa "entre el sector más radical de la juventud vasca" es un zaraggzano. Manolo Cabeza Bolo, que lleva casi'dos años encerrado en un psiquiátrico, de donde sale algunos fines de semana para dar conciertos. Por lo oído, de lejos, es estupendo lo mal que canta y cómo desafina ,con la guitarra. Sin embargo, "golpea por su lirismo sincero": "Si a los punkis un día ves pasar, / no te enamores, tonta del haba...". Es a juicio de sus admiradores, el último punki. Porque sigue pensando, dado que ya el lirismo no excluye el pensamiento, que a padres, militares, poli cías, papas y reyes hay que rematarlos cuanto antes. De todas formas, tiene su lado tierno, consistente en rimar: "idiota" con "vota" y en querer ser él mismo un vil reptil gusano para pasar aletargado yo no sé si el invierno o el verano. Es el hondo pesimismo que cierra un ciclo histórico, antaño inaugurado con cachondo optimismo por Las Vulpes. Y bien que ahora le duele a Manolo Cabeza Bolo que Sid Vicious se fuese sin probar el kalimotxo.

Embebido, el viajante escucha el relato del de Bilbao. Por él termina sabiendo que el deseo mayor de Manolo Cabeza Bolo es que, Amando de Miguel introduzca esta pregunta en una de sus célebres encuestas: "¿Y usted qué opina / del aborto de la gallina?". Fruto deI guaraná o del lirismo regresa a casa el viajante y se queda enseguida dormido. Pero una pesadilla lo desvela. Ha visto por la tele a Carrascal, inolvidable premio Nadal, entrevistando a Álvarez Cascos en un despacho ministerial, desde el cual proclama: "Nosotros le hemos devuelto el lirismo a la clase media española". Como suspiro de melón de Villaconejos en el momento de ser calado, el viajante murmura: "Y mañana temprano, ¡a Extremadura!". Ahí lo dejo.

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