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LOS SECRETOS DEL MANZANARES

El laboratorio de Antic

El serbio revoluciona los métodos del Atlético, que van desde examinar con fotos a sus rivales hasta reparar el ángulo de toque de Solozábal y el juego aéreo de Kiko

Un día de éstos, López, el rocoso y expeditivo central del Atlético, sorprenderá al mundo entero con un recital técnic de manejo de pelota. Más o menos eso augura convencido Radomir Antic, el actual entrenador del Atlético, el técnico de moda del fútbol español. El preparador serbio se ha puesto manos a la obra: destina muchos minutos de sus entrenamientos a me orar las condiciones técnicas y tácticas del mele nudo jugador para adaptarlas a sus privilegiadas cualidades físicas. El trabajó específico con López es sólo un episodio más en el manual que sigue Antic en el Atlético. Para el serbio todo, hasta el más mínimo detalle, tiene importancia. Y casi todo, hasta el error más enquistado, solución.Solozábal, por ejemplo, tenía dificultades en temporadas pasadas para sacar el balón con garantías desde la defensa. Un análisis minucioso de Radomir Antic detectó supuestamente el problema: el golpeo de balón. El técnico recurre a los entrenamientos, a series continuas de desplazamientos largos, para hacer cambiar al jugador "el ángulo de aproximación a la pelota y la posición del cuerpo respecto a ella". Efectivamente, los primeros compases de Liga han enseñado un Solozábal más eficaz en los centros. "Si estás, técnicamente mejor dotado", dice Antic, "tienes más aciertos que fallos en los pases y coges confianza. Y con confianza fallas menos.

Pero, ¿puede un futbolista profesional corregir aspectos tan supuestamente viciados como la técnica? Antic tiene pocas dudas: "El jugador puede aprender a cualquier edad, siempre y cuando participe del proceso. Es una gran ventaja aprender la técnica y el sentido del juego entre los 11 y 17 años; luego, las correcciones son más dolorosas, por los hábitos adquiridos y el automatismo del organismo. Pero, si se insiste un día tras otro, también hay posibilidades".

Por insistencia, Antic pretende mejorar también el sentido del espacio y de la distancia, el dominio del salto y la autoiniciativa de los guardametas. Semanalmente les somete a dos o tres sesiones de centros sobre el área. Quiere que se anticipen y que ganen confianza en las salidas, un riesgo que le gusta. "De 40 veces que salgas", suele tranquilizar a Molina, "vas a fallar una". Y te van a atacar por esa una; pero a mí no me importa", agrega. No sólo no quiere que no se quede debajo del larguero.. En ocasiones, no lo quiere ni dentro del área: "Ya sabe que cuando atacamos en el último tercio del campo, debe estar a 20 metros de la portería".

Los entrenamientos de Antic, de una hora, hora y cuarto como mucho, dejan poco espacio a la improvisación. Hasta el detalle más pequeño, como la hora de comienzo, esconde una intención. Si la plantilla ha sido citada a las 11.00, por ejemplo, Antic inicia la sesión diez minutos antes. Así, al día siguiente, el jugador hará lo posible por no llegar con la hora pegada al trasero.

La planificación corre de su cuenta. Se deja ayudar por especialistas, pero finalmente todo se realiza bajo su dirección. Hasta las pequeñas tretas que disena para combatir el aburrimiento de los jugadores en las sesiones físicas: ejecutar todos los ejercicios con balón de por medio o variar las zonas del campo donde se realizan para engañar visual y ambientalmente al jugador.

El 'entrenador del Atlético trata de introducir un ambiente festivo en los entrenamientos. Regala a los jugadores frases del estilo de "¡maravilloso, Cholo!" o "perfecto, Santi", cuando se ejecuta bien algún ejercicio. También, tanto dentro como fuera del césped, trata de adornar su método con pequeños chascarrillos más o menos afortunados. En una ocasión, tras un golpe chistoso del entrenador, Tomás, el capitán, no pudo reprimirse: "Que conste que me río porque es usted el míster".

Del vídeo a la foto

Antic estudia a los rivales, y traslada sus deducciones a los jugadores, a través de diapositivas. Ésa es la principal ínnovación de su modelo. Antic cuelga una cámara de fotos del cuello de uno de sus ayudantes, Carlos Aguiar, y le envía a espiar con ella a los futuros contrincantes. Desde las gradas de cualquier campo de España, Aguiar retrata de arriba abajo al Celta de turno: si hace no presión, cómo y dónde recupera la pelota, si se repliega o no, cómo se coloca en las jugadas estáticas...

"El segundo gol contra el Sporting fue de laboratorio", dice con orgullo Antic para reforzar la importancia de su sistema de espionaje. "Sabíamos que su portero no sacaba de puerta, sino un jugador. Si ganá6amos el balón de saque y encontrábamos a Penev enseguida no podría haber fuera de juego y el búlgaro quedaría en un mano a mano. Así sucedió. Fue la jugada del penalti que supuso el 2-0. Si este trabajo nos puede dar tres o cuatro puntos, merece la pena".

Las jugadas a balón parado son un argumento prioritario en el trabajo de la semana. Se preparan habitualmente el sábado, a puerta cerrada. Las variantes son múltiples para ganar capacidad de sorpresa. Antic recibe en este aspecto una ayuda impagable: Pantic, un pasador formidable en las, acciones estratégicas. El resto, lo pone la agresividad en el remate de Simeone, Geli, Roberto, Caminero... Y Kiko.

El gaditano apenas remataba de cabeza otros años; esta temporada lleva ya así cuatro goles. No es fruto de la casualidad. Antic ha trabajado desde su llegada su faceta aérea, tanto el golpeo de balón ("realizamos abdominales con pase de balón para evitar el miedo del jugador a chocar con el balón; en un entrenamiento específico hace 500 o más golpeos", dice), como el desmarque. Antic se ha obsesionado con Kiko: "Antes era un jugador de provocar faltas" y tirarse. Ahora no se tira. Ya sabe cuál debe ser su posición en cada jugada".

Éstos son algunos pasajes del día a día laboral de Radomir Antic, el modelo que triunfa en esta Liga. Queda por saber si el serbio concede espacio a las manías. Él dice que no. Pero, de momento, los ajos de Basile (entrenador supersticioso donde los haya), siguen colgados del vestuario. No cree, pero por si acaso.

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