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52º FESTIVAL DE VENECIA

Chabrol analiza el drama de una analfabeta airada

El cineasta busca "las motivaciones del comportamiento humano"

Sencillo y afable, jovial a sus 55 años, el maestro de la nouvelle vague, Claude Chabrol, presentó ayer en Venecia La ceremonia, una película de factura impecable, fiel a su línea cinematográfica. "EI título en francés La ceremonia explica bien la idea de narración de un ritual de ejecución, porque en París ir a la ceremonia significaba ser guillotinado. La trama ilustra precisamente eso, la ejecución de una familia burguesa a manos de una criada y su amiga, la cartera", afirma Chabrol.

Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire interpretan a dos personajes completamente distintos entre ellos, que se sienten atraídos por su pasado ambiguo y misterioso. "Ambos se entrelazan. Existe un término psiquiátrico criminal muy interesante: la locura a dos. Aparentemente son tranquilas hasta que se unen y la actitud de una alimenta a la otra. Juntas se convierten en una amenaza para la sociedad. A mí me interesa la historia porque más que explicar sucesos exteriores, busco las motivaciones secretas del comportamiento humano", añade con vehemencia Chabrol.Según el cineasta francés, existe otra clave para entender la película: la dislexia de la criada que la convierte en analfabeta, marginada y resentida. "Su drama es tratar de esconder su ignorancia, el analfabetismo. Cuando se siente descubierta, se desata en ella la misma violencia con que se defendería un animal herido". Chabrol gesticula y alterna su discurso con bromas y sonrisas.

El estímulo de competir

En un momento de la conversación que ayer mantuvo con este diario, sujetó su corbata y señalando a los leones dorados del estampado, proclamó: "Yo ya tengo mi león de oro. Aquí he venido sólo a divertirme. Ah, y no espere que le hable bien de otros directores que se presentan a la Mostra. Puede poner también que las películas comerciales americanas son un aburrido alarde de maquinitas".A pesar de ser un clásico viviente, Chabrol no ha puesto ninguna objeción para presentarse como un director más al concurso veneciano: "A mí la competición me estimula y a la gente le divierte. Y me importa un rábano todo lo demás". Al ver la película se diría que Chabrol no sólo odia el cine taquillero norteamericano sino también la telebasura, ya que la criada se relaja con frecuentes sesiones de autoterapia televisiva y permanece durante horas en estado catatónico frente a la pantalla. "No es que odie la televisión", comenta Chabrol, "al contrario, creo que es un excelente medio de educación. También nos da una pista sobre lo que ofrecemos a las chachas y a los señores para que pasen el rato. Mientras la familia ve Don Giovanni la camarera se entretiene viendo programas infantiles. Simplemente creo que en el consumo de televisión también quedan reflejadas las diferencias sociales". Parte de la crítica ha visto en la trama de la película una relectura de la lucha de clases en la Francia que acaba el milenio. "Para mí", agrega Claude Chabrol, "la lucha de clases sólo ha acabado para los ricos. Pero en el filme me sigue interesando más la conciencia de una persona que la conciencia de una clase".

Considerado un excelente naturalista, Chabrol se recrea en la descripción minuciosa de personajes y ambientes, dejando la acción para el último minuto. "No creo que a la gente le aburra la acumulación de detalles y la descripción de una atmósfera. Creo que sirven para ir construyendo poco a poco una situación límite creíble en la última parte de la película.

A medida que avanza, La ceremonia se colma de señales de alerta: "La bella y rica Señora Lelievre (Jacqueline Bisset), que representa todo lo que la cartera hubiese querido ser, el espionaje sistemático de los rincones más íntimos de la vida de la familia, el carácter huraño de la criada y el descubrimiento de un pasado criminal hacen que el final sea más "temido" que "esperado".

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