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Entrevista:

"Vamos a huir de gastos faraónicos y a poner las cosas en orden"

A sus 39 años, el nuevo presidente de Cantabria, José Joaquín Martínez Sieso, casado y con un hijo, es uno de los más jóvenes barones del Partido Popular. Asegura que se ha encontrado con una sociedad regional paralizada y desanimada. Mientras tanto se las arregla como puede, dada la inexistencia de los presupuestos de 1995, lo que impone a su nuevo Consejo de Gobierno trabas económicas por ahora difícilmente superables.El presidente, y sus consejeros no están disfrutando este año de vacaciones estivales. Martínez Sieso, casado con una azafata de vuelos transoceánicos, está reordenando su vida familiar a la vez que reorganiza la administración autonómica.

En sus ratos libres practica a veces por la mañana el jogging en la península de La Magdalena y en sus días libres disfruta del senderismo por la alta cuénca del rio Asón.

Pregunta. Su antecesor no asistió a la transmisión de poderes. ¿Usted lo esperaba?

Respuesta. Pues sí. Por lo mismo que durante el debate de investidura no hubo representación alguna del Consejo de Gobierno que presidía. Pero esto carece de relevancia cuando intentó olvidar el pasado, restar importancia a lo anecdótico y evitar una inútil dispersión de esfuerzos y energía.

P. ¿Es cierto que siendo usted diputado en las Cortes Generales durante los últimos años nunca vió al presidente Hormaechea y ni siquiera se comunicaron ustedes por teléfono?

R. Lo es. Hace escasas semanas fue cuando coincidimos en la apertura del Año Lebaniego en Potes, cuando Hormaechea era todavía presidente en funciones. Me acerqué a saludarle, pero me volvió la espalda.

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P. Sin embargo los diputados del grupo de Hormaechea, votando a su favor, le permitieron obtener una holgada mayoría en el pleno de su investidura.

R . Para mí fue una gran sorpresa, pero lo hicieron en la segunda sesión cuando yo no necesitaba el apoyo. En la primera se habían manifestado en contra. Entre ambas votaciones no hubo contacto alguno entre ellos y nosotros.

P. Después de tantos años de lo que usted ha calificado como un prolongado desgobierno, ¿cómo ha encontrado la Diputación regional?

R. Con una estructura adiministrativa completamente, desvertebrada que nos obliga a crear otra nueva más coordinada y eficiente. Nos empeñamos ahora en unificar criterios y métodos. Acabamos de tomar una decisión que acaso no resulte especialmente llamativa, pero deberá tener repercusión en el normal funcionamiento de esta casa. Los funcionarios ya no tendrán que demorar la salida de ningún documento como ocurría en la legislatura anterior si no llevaba el visto bueno, la famosa mosca dibujada por el presidente en cada papel.

P. Siquiera tímidamente, ¿advierte usted ya que la maquinaria de la nueva Administración comienza a ponerse en marcha?

R. Sí, aunque nos encontramos en un mes vacacional con cientos de funcionarios disfrutando del tiempo libre.

P. ¿Vislumbra alguna forma económica viable para afrontar el angustioso declive industrial de la región? ¿Es usted pesimista sobre el futuro?

R. No hay fórmulas mágicas, por supuesto. Nos empeñamos en buscar ayudas, aseguramos la actuacion de las diferentes administraciones. con responsabilidades en nuestro territorio pero soy más bien optimista. Aunque no poseemos cifras cerradas; dispondremos en los próximos años de unos fondos comprometidos por la UE que deben contribuir vigorosamente a nuestro desarrollo industrial y económico. Confiamos en que puedan cumplirse las espectativas de crecimiento superiores a la media nacional. Cantabria durante largos años se ha mantenido aislada del resto de las administraciones y marginando a sus agentes, económicos y sociales. Así no podíamos seguir.

P. El Consejo de Gobierno anterior concedió, durante las últimas semanas que precedieron a su investidura subvenciones por valor de 18.000 millones. Habrá usted, sin duda, tomadó medidas para controlar ese expediente.

R. Creo que mi antecesor se limitó más bien a formular una declaración de intenciones porque el acuerdo carecía de cobertura presupuestaría, aunque estamos procediendo a su revisión. Desde mi punto de vista, se ha intentado hipotecar las futuras actuaciones del nuevo Consejo de Gobierno, ponerle trabas a su libertad. Lo curioso es que tales subvenciones se destinaban a una serie de áreas que tradicionalmente el Gobierno anterior mantuvo olvidadas.

P. ¿Piensa que la sociedad cántabra acaso pueda considerar un mero impulso revanchista su propósito de encargar una auditoría para averiguar si la Diputación regional anterior invirtió irregularmente en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno fondos de la UE destinados a proyectos cofinanciados?

R. Le aseguro que por desear olvidar lo ocurrido estos años no busco un desquite, sino tratar de poner las cosas en orden, abrir el camino a la nueva administración regionál sin trabas.

P. ¿Le ha dado ya tiempo a tomar alguna decisión para remediar el penoso estado de tantas carreteras regionales?

R. Algo hemos hecho ya. Inicialmente vamos a destinar 1.500 millones a un plan de choque en las de mayor intensidad de tráfico y peor conservadas. Por contra huiremos de las grandes invesiones, de los proyectos faraónicos. Así, acabamos de anular la futura carretera entre Solares y Pamañes; su trazado discurría paralelo a la vieja y requería para sólo 12 kilómetros de recorrido una inversion de 3.600 millones de pesetas. Lo que sí haremos es requerir la ayuda del Gobierno central e ilusionar a las provincias castellanas de Valladolid y Palencia para trabajar juntos en la construcción de la autovía entre Cantabria y la meseta, así como la mejor a del trazado ferroviario; lograr que los trenes sean más rápidos para superar la accidentada orográfía de nuestra región.

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