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Entrevista:

"España debe tener una actitud lo más agresiva en la UE"

Manuel Verdier Martín, de 52 años, ingeniero técnico agrícola, dice estar seguro de que nadie da duros a real. Y Europa no iba a ser una excepción. Desde la gerencia de la Asociación Onubense de Productores y Exportadores de Fresas (Freshuelva) vive cada primavera el dramático espectáculo del asalto a sus camiones por agricultores franceses.Pregunta. ¿Se siente bien defendido por la Unión Europea?

Respuesta. La Unión es un conglomerado tan amplio y tan complejo, con tantos intereses y situaciones distintas, que sería pueril pensar que va a ser una especie de paraguas protector para todos y cada uno de los ciudadanos y de los Estados miembros. En nuestro caso particular, aunque lentamente, las cosas han discurrido por unos cauces correctos. La Comisión Europea va a pleitear con Francia para garantizar el libre comercio de las fresas. Ahora lo que hace falta es que el Tribunal de Justicia de Luxemburgo remate convenientemente este proceso.

P. ¿Reciben el mismo trato todos los países miembros?

R. No. Seguro que no. La Unión, al igual que cualquier colectivo de personas, es casi imposible que se mueva con unos índices de absoluta imparcialidad. Existen unos conceptos, como son las contribuciones a la propia financiación de la Comunidad el peso específico de cada país, la tradición de sus políticos e instituciones, que tienen una repercusión en el peso específico que se le adjudica a cada país a la hora de tomar decisiones.

P. Y dentro de ese orden, ¿qué vagón ocupa España en el tren europeo?R. Tenemos que ser conscientes de que nos hemos montado tarde en el tren comunitario y, además, con unos antecedentes políticos que no hacían precisamente que nuestra incorporación contara con todos los parabienes necesarios. Por eso hace falta que nuestras instituciones consigan la misma credibilidad que los demás países. Si lo logramos y si se hace un uso democrático y continuado de la Comunidad, puede que en no demasiado tiempo avancemos y nos situemos en los primeros vagones. Pero, por el momento, me da la impresión que ocupamos los últimos lugares.

P. ¿Contamos con el respeto de Europa?

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R. Europa, en términos generales, se mueve por unos parámetros de respeto, de educación y de aprecio recíproco. Salvando muchos obstáculos y muchos matices y circunstancias temporales, Europa es un concepto que realmente impera. Sin embargo, también hay que tener claro que cada país es respetado en la misma medida que se hace respetar.

P. Pero la Unión no está resultando tan bonita como nos la habían pintado.R. Siempre he pensado que nadie da duros a real. Y estaba claro que la UE no iba a ser para nosotros un instituto de beneficencia. Junto a las grandes ideas trascendentes coexisten en el día a día intereses contrapuestos, países que buscan su propio desarrollo económico y sus propias ventajas, incluso a costa de los demás. Estamos en un club en el que hay una terrible competencia, una lucha de intereses, y hay que acoplarse a ese juego. A España nadie le va a regalar nada, y tiene que ser tan competitiva y tan agresiva como los demás. Las reglas del juega están claras.

P. ¿Cuando viaja a Bruselas, qué tal se las arregla?

R. Muy bien. Sin complejos. Aunque se echa de menos un mejor posicionamiento de nuestra Administración dentro del estamento comunitario. Casi todos los países se han dado prisa en colocar a sus funcionarios en los cargos que más les conviene. España, en cambio, ha perdido un poco el paso. Me da la impresión de que nuestros funcionarios no ponen a veces la suficiente agresividad para defender nuestros intereses. Todavía estamos sumidos en el ejercicio de la buena imagen, de ser chicos buenos, en el no crear problemas.

P. ¿Invitaría al Rocio a la comisaria Emma Bonino?

R. Sí. No tendría ningún inconveniente. Además, tengo unas ganas enormes de verla bailar sevillanas. Creo que está intentando hacerlo lo mejor posible, y si viene al Rocío y se toma dos copitas, quizá hasta lo haga con más simpatía hacia nosotros. La comisaria de Pesca se ve sometida a unas presiones terribles y contentar a todas las partes es casi imposible, sobre todo cuando son negociaciones tan duras y tan radicales como las del tratado de pesca.

P. ¿Formaría parte de los piquetes que bloquean el paso de camiones marroquíes?

R. Llegado el caso, y si no hubiera otra salida, también haría lo mismo. Pero me gustaría. que mi policía me tratara de igual forma que lo hace la policía de otros países cuando se hacen este tipo de acciones. En Francia, hasta les facilitan el asalto a los camiones. Aquí intentas algo parecido y automáticamente recibes una manta de palos.

P. ¿Qué noticia de Europa le haría saltar de alegría?

R. Por encima de todo, saber que los españoles estamos considerados en el máximo escalafón de respeto y dignidad dentro del concierto europeo.

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