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Entrevista:

"Queremos romper la idea de que IU es segunda opción"

Mariano Santiso (Gijón, Asturias, 1954), coordinador de la Presidencia de IU, está considerado como el número dos de la coalición. Miembro del PCE niega, desde Asturias donde pasa unos días de descanso, un excesivo peso de su partido en IU. Aspira a convertir Izquierda Unida en una alternativa real al PSOE y rechaza que haya un discurso demasiado radical respecto a los socialistas.Pregunta. ¿Cómo ve la situación política?

Respuesta. Creo que estamos en un proceso final, a partir de la situación creada por los GAL, por todos todos los temas abiertos judicialmente...

P. ¿Por qué lo llama final?

R. Es, si usted quiere, una opinión personal, pero yo mantengo la tesis de que esto no aguantará más allá de septiembre u octubre. Lo previsible es que en el mes de septiembre, por la propia dinámica y plazos procesales, todos esos asuntos saltarán de nuevo encima de la mesa. Es verdad que es fundamental la actitud que adopte CiU, pero, a tenor de las declaraciones que está haciendo alguno de sus líderes, ya se están planteando una retirada lenta de su apoyo. Por lo tanto, creo que esto ya está agotado.

P. ¿Qué va a hacer IU en este proceso?

R. Poco más de lo que ya ha hecho. IU ha venido denunciando desde 1983 el caso GAL. Hemos sido tan críticos con este terrorismo como con el de ETA. Nosotros insistimos en la necesidad de convocar urgentemente elecciones generales, porque, a pesar de la gravedad de la situación, las propias elecciones pueden ayudar a crear un nuevo clima. Y eso que nosotros podemos tener algunas dificultades.

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P. ¿Qué dificultades?

R. Lo previsible es que las expectativas a una presidencia del Gobierno agudicen las tendencias bipartidistas de nuestro sistema. Eso nos va a perjudicar. Tenemos el reto de mantener el tipo y presentamos ya como una fuerza alternativa de izquierdas, con peso político.

P. A veces, da la sensación de que en ese enfrentamiento al bipartidismo ustedes agudizan sus diferencias sobre todo con el PSOE más que con el PP.

R. Lamento que haya quedado esa idea. Nuestra intención es marcar distancias tanto del PP como del PSOE. Queremos romper esa idea que tiene parte de nuestro electorado de que somos una buena fuerza, una fuerza limpia, ética, pero que, al final, somos una segunda opción de izquierdas. De ahí que en numerosas encuestas aparezcamos como la primera fuerza en valoración, pero no se corresponde con el nivel de voto que obtenemos.

P. ¿Y a qué lo achacan?

R. Bueno, tal vez tampoco hemos sido capaces del todo de hacer sentir nuestra capacidad de gobernar en los ámbitos en los que ya lo estamos haciendo.

P. La radicalización del discurso, ¿podría explicar que el elector termine por coger otras opciones?

R. Nuestro discurso no está muy radicalizado. El hecho de no contar con votos de un electorado que consideramos de izquierdas tiene mucho que ver con el progresivo deterioro del PSOE. Hay electores que han sido votantes socialistas y que ahora tienen tal rechazo hacia esa formación que eligen la abstención e, incluso, prefieren votar al PP. O sea, que no me parece que sea nuestro discurso la razón de este fenómeno.

P. Dentro de IU hay quienes defienden un discurso más moderado, en la idea de que así podrán atraer votos socialistas.

R. Lo que hay son opiniones muy diversas. El peligro es que hay gente, desde los dos extremos, que se sitúa en lo inmediato. Gente que parece opinar según el último editorial que ha leído. Hay que hacer políticas, de fondo, sin caer en el coyunturalismo.

P. El peso de Anguita, ¿es tan fuerte como parece desde fuera?

R. Yo creo que ni el propio Julio Anguita está de acuerdo con los hiperliderazgos. Es verdad que hay una tendencia en las organizaciones, que también animan los propios medios de comunicación, a cultivar los liderazgos. Y eso a veces crea dificultades. Pero también es verdad que debe haber en las organizaciones gente con la valentía necesaria para hacer valer su opinión por encima de la del líder. Yo creo que hay que estimular las discrepancias en lo puntual desde la lealtad al proyecto. A veces falta valentía para decir lo que piensa cada uno.

P. Y ¿por qué IU no pasa a ser partido?

R. Yo creo que la fórmula que tiene IU es mejor que la de un partido, tiene todas sus ventajas y ningún inconveniente.

P. Y, además, el PCE perdería parte de su influencia en IU, si ésta se convierte en partido.

R. No necesariamente. Además que los partidos que forman IU no tienen voluntad de disolverse. Lo que más nos ha preocupado ha sido garantizar que cada militante de IU tuviera el mismo peso.

P. Eso, teóricamente. Porque no parece que sea el mismo el peso del PCE en los órganos de dirección que el de Izquierda Republicana, por poner dos ejemplos extremos.

R. Hombre... Hay un problema cuantitativo. Izquierda Republicana es un partido muy respetable, pero muy pequeño. Pero en los debates no tiene tanta importancia. Cada día hay más gente sólo adscrita a IU.

P. IU creó las plataformas ciudadanas, que parecen responder al deseo de recuperar la influencia social que se ha perdido con los sindicatos.

R. Las plataformas no han intentado cuestionar a los sindicatos ni usurpar su papel. Con ellas IU pretende, como movimiento social, atender demandas de la sociedad de forma más adecuada. Por otra parte, yo no creo que hayamos perdido peso social en los sindicatos. Fundamentalmente, en CC OO. El hecho de que surjan discrepancias refuerza la idea de que tienen que ser organizaciones absolutamente independientes. Y que no deben ser correas de transmisión ni en una dirección ni en la contraria. Lo que pasa es que, a veces, las cosas chirrían y, a veces, hay compañeros que desearían otro tipo de relación. Son casos excepcionales. Pero yo no recuerdo que nadie haya criticado la política de los sindicatos...

P. Yo, sí. Existen unos documentos de unas jornadas del PCE sobre movimiento obrero, en los que se critica muy agriamente a los sindicatos.

R. Sinceramente, no lo recuerdo. Yo no estuve en esas jornadas. Pero, desde luego, no comparto y, además, rechazo con toda energía la idea de instrumentalizar a los sindicatos.

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