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JESÚS GARCÍAPOLICÍA QUE INVESTIGÓ EL CASO

"No se me encendió una bombilla; simplemente, asocié ideas"

Dos meses de trabajo constante fueron suficientes para que Jesús García García, inspector jefe de la unidad adscrita de la Policía Judicial de Alicante, consiguiera esclarecer la identidad de los dos cadáveres encontrados en enero de 1985 en un abrupto paraje natural de Busot (Alicante). Diez años después de aquel macabro hallazgo, este funcionario intuyó que podría tratarse de los cuerpos de los presuntos etarras José Ignacio Zabala y José Antonio Lasa cuando conoció por los periódicos la forma de actuar de los GAL.Lasa y Zabala, secuestrados en la madrugada del 16 de octubre de 1983 en Bayona (Francia), acabaron en una fosa natural de Busot después de ser torturados y asesinados. El recuerdo de aquellas desapariciones nunca esclarecidas y el hecho de que los cuerpos de Alicante aparecieran cubiertos de cal viva, sello característico de los GAL, fue determinante para que García iniciara la investigación en solitario.

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A mediados de enero de este año, el inspector realizó un ejercicio de asociación de temas. La "presunción" inicial cedió paso a los "indicios'', que, a su vez, desembocaron en la "evidencia", según relató ayer, poco después de entrevistarse con el fiscal jefe de Alicante.

Aunque en 1985 ya estaba destinado en Alicante, García no participó en la investigación del doble asesinato de Busot, que correspondió en exclusiva a la Guardia Civil. "Tampoco estaba en el departamento de homicidios", dice.

García, con 31 años de servicios a sus espaldas, reconoce que su actuación no puede calificarse como un caso normal: "Pero tampoco me seduce la idea de que se encendió una bombilla en mi cabeza". "Simplemente", añade, "asocié ideas, recompuse las distintas piezas del caso y, poco a poco, fui recabando información sobre Lasa y Zabala hasta que observé que encajaban algunos datos como edades, estaturas, pelo, forma de los cabellos y complexiones".

A pesar de que entonces ya estaba casi convencido de haber dado con la clave para esclarecer dos casos de golpe -las desapariciones, que se investigaron en un juzgado de San Sebastián, y los asesinatos, instruidos por un juez de Alicante-, García entendió que la prueba definitiva para confirmar sus sospechas era un estudio de las piezas dentales.

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Así, puso en conocimiento de sus superiores y del fiscal el resultado de sus investigaciones y encontró toda la colaboración que precisaba. Los datos odontológicos de Lasa y Zabala, en poder de sus familiares, coincidían plenamente, lo que confirmó también el forense Francisco Echeberría, que coincidió con la identificación. Este último paso se sitúa a mediados de marzo.

En su informe, García propone la realización de otras pruebas para certificar la identificación, entre ellas las antropológicas y, aún más concluyentes, las genéticas del ADN. "Por desgracia", matiza, la prueba principal para identificar a una persona, las huellas dactilares, no es posible. Respecto de uno, porque las manos han desaparecido por la acción de las alimañas; respecto de otro, por el estado de momificación".

Aun así, García cree posible, en este último caso, que se intente en laboratorios avanzados la regeneración de la piel: "Pero yo soy policía. Ese no es mi cometido. La determinación en relación con ello corresponde al juez".

"Para mí", responde con convencimiento, "no hay dudas de que son Lasa y Zabala, pero esa confirmación definitiva debe realizarla el Instituto Anatómico Forense o el Instituto de Toxicología".

García no comprende cómo el resultado de su investigación pudo llegar a manos de la prensa y se revuelve cuando se le atribuyen frases que jamás han salido por su boca. "Quiero que dejen bien claro que no he tenido ninguna traba, ningún impedimento, para llevar a cabo mi trabajo, sino, muy al contrario, toda la ayuda precisa por parte de la Jefatura Superior de Policía y todo el ámbito policial. Mienten quienes dicen lo contrario o quienes afirman que yo he implicado a la Guardia Civil porque tengo muchos amigos entre ellos".

Al igual que sus superiores, García rechaza la idea de que el esclarecimiento del caso, que, en realidad, no ha hecho más que comenzar, sea producto de la casualidad. "Si no buscas, no puedes encontrar. En ese momento, ya nada es fortuito", concluye.

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