Una jornada para olvidar
La medalla de plata de Mateo Cañellas, no oculto una jornada aciaga para el atletismo español. No fue sólo la decepción de Fermín Cacho, sino la de Sandra Myers, la de los corredores de 800 metros, etcétera, todos ellos eliminados en las finales. Se salvaron los pertiguistas y Marta Domínguez, sexta en los 3.000 metros con un récord de España de prestigio (9m 01,79s).Fue un pobre resultado para cuando se juega en casa. Esta vez Barcelona no fue para. muchos la ciudad talismán, aunque el público en esta ocasión no respondió como en los Juegos Olímpicos, porque el Palau Sant Jordi no se llenó.
Marta Domínguez dejó un buen sabor de boca, igual que el lanzador de peso Manolo Martínez el día anterior, porque son atletas que prometen. Fueron los atletas ya hechos los que fallaron o, al menos, no pudieron dar más de sí que, por lo visto, no era mucho.
Sandra Myers cayó en las semifinales. No está en el mejor momento de su vida. Ya el día anterior se clasificó a duras penas y después de haber realizado una carrera que ella misma calificó de pésima. Ayer, defendió con uñas y, dientes -es decir, a codazos si fuera necesario- su segunda posición (se clasificaban las tres primeras), que era la buena, pues pretender ir por delante de Privalova era una osadía. Incluso, una vez acabó todo y repasando el vídeo de la carrera advirtió que había golpeado con más saña de la necesaria a una rival a la que dijo que iba a pedir disculpas. Cuando las fuerzas se le agotaron ya no pudo impedir de manera alguna el avance de sus rivales. Lo intentó y no pudo. No hay más excusas. Es una atleta con 34 años y machacada por las lesiones. Pero ella no se da por vencida. Se prepara, no para los Mundiales del verano, sino para los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.
Tampoco hubo más finalistas en la jornada, porque José. Arconada, Andrés Díaz y Amaya Andrés compitieron sin opción en las semifinales de 800 metros, así como Toni Lanau en las de 60 metros vallas. Cuando el nivel de exigencia de la competición se endurece, o se es un campeón o el paso por unos Mundiales no deja más huella que en el historial personal del atleta.
