_
_
_
_
_

El Madrid doblega a la Cibona

Sabonis y Arlauckas dieron un recital ante un equipo croata que murió fuera de la zona

El meollo de la cuestión está en imponer el criterio propio. Cibona y Madrid representan dos estilos baloncestísticos absolutamente contrapuestos. Los croatas basan su juego en la explotación de condiciones naturales ideales unida a una exquisitez en el manejo de los fundamentos básicos de este deporte: bote, pase y tiro. Su campo de acción son espacios abiertos donde sacar el máximo provecho a sus cualidades. El Madrid está en las antípodas. Los fundamentos de la mayoría de sus jugadores no pasarían un examen exhaustivo, el tiro exterior es casi patrimonio de Biriukov y del pase mejor no hablar. Pero tienen algo de lo que carece la Cibona: un juego interior demoledor. Todos los problemas blancos terminan cuando Sabonis o Arlauckas tienen el balón en su poder de espaldas a canasta. El choque entre estos dos estilos tuvo un ganador en la primera contienda. El Madrid está con un pie y medio en Zaragoza [Final a Cuatro], pero el camino que eligió para volver a Madrid en la mejor de las disposiciones no fue el de un equipo sólido, contundente, dispuesto a hacer desaparecer las dudas creadas a su alrededor, sobre todo por lo que le costó imponer su criterio.El primer tiempo se dirimió bajo el mando y dominio de la Cibona. Entraron en el partido al inicio del mismo, lo que parece una perogrullada pero no lo es, y ahí estaba el Madrid para demostrarlo. Cuando los madridistas se dieron cuenta donde estaban y a lo que habían ido hasta Zagreb su desventaja era de nueve puntos (11-2), Sabonis estaba en el banquillo después de una segunda falta personal tan innecesaria como estúpida y Obradovic veía cómo la zona que había planteado era un auténtico coladero (lo que no fue óbice para que el técnico serbio insistiese con ella en varias ocasiones con idéntico resultado: ensalada de triples croatas).

Más información
Scavolini, 68; Limoges, 55
Buckler, 85; Panathinaikos, 68
CSKA Moscú, 95; Olymplakos, 65

A partir de ese momento, el partido se movió sobre la decena de puntos favorables a los croatas. Se jugaba como querían ellos. La defensa del Madrid no conseguía frenar la constante entro-me tapa un defensor-encuentro a un compañero solo-la clavo de 6 metros, auténtico filón croata. Y el ataque blanco no encontraba su maná, los puntos debajo del aro.

Curiosamente, el cambio de tercio, producido a la mitad del segundo tiempo, vino cuando tanto Madrid como Cibona traicionaron sus estilos. Arlauckas y Sabonis se fueron a los siete metros para clavar cuatro triples en apenas cinco minutos. No sólo el marcador se vio afectado (61-63, primera ventaja blanca) sino que más importante que eso fue que la Cibona buscó entablar la batalla en las cercanías del lituano. Craso error. Cuando las aguas volvieron a su cauce y cada equipo volvió a hacer lo que mejor sabe, el Madrid estaba lanzado y su pareja de pívots encadenaba canasta tras canasta. Aún así, las sensacionales manos de los jugadores de la Cibona lograron llegar al último minuto con la victoria a tiro. Y llegó una nueva contradiccion. Antúnez y Alanovic fueron los encargados del tiro definitivo. Todo lo que se le achaca al madridista se le elogia al croata. Pero Antúnez acertó en un tiro de cuatro metros, sereno y en el momento, y Alanovic erró, en otro desesperado y en mala posición. Fue el Final de un encuentro en el que los pívots pudieron con los aleros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_