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Los jueces franceses buscan a un camionero español acusado de dos asesinatos de los GAL en 1986

La justicia francesa busca a un camionero español, Miguel Brescia Guillem, como presunto participante en el asesinato de dos personas por cuenta de los GAL hace nueve años. El atentado, que costó la vida a un pastor vasco francés y a una estudiante parisina, por completo ajenos a ETA, fue perpetrado el 17 de febrero de 1986 y es el último del GAL "oficial", antes del asesinato de Juan Carlos García Goena en una acción individual atribuida a José Amedo. Brescia, nacido en Gavarda (Valencia) el 24 de marzo de 1954, emigró a Francia con su familia en los años setenta.

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Nueve 'errores'

Vecinos de Bidarray, el pueblecito del País Vasco francés donde se produjo el doble asesinato, han reconocido a Brescia como una de las personas que merodearon por el lugar aquel día y levantaron sospechas, antes de que dos desconocidos ametrallaran un coche en el que circulaban las víctimas.En el atentado de Bidarray, una bella y tranquila aldea dedicada a cuidar ovejas, murieron Christophe Matxikote, un pastor de 60 años, y Catherine Brion, una estudiante de 16 que se encontraba de vacaciones. Murieron sin saber por qué les acribillaban a balazos. Fue uno más de los trágicos "errores" de los mercenarios de los GAL.

Los terroristas se habían apostado en un camino que conduce a un caserío donde vivían varios exiliados relacionados con ETA. Matxikote tenía un terreno próximo a la casa, alquilado a la familia Brion, y se dirigía hacia allí cuando ametrallaron su coche.

Un chivatazo

Una información enviada por escrito por un confidente policial al capitán de la gendarmería de Bayona, ya jubilado, señaló a Brescia Guillem como uno de los asesinos. Posteriores comprobaciones realizadas por el juzgado de la misma ciudad permitieron que vecinos de Bidarray reconocieran en fotografías al sospechoso y confirmaran su presencia en el pueblo la tarde del 17 de febrero de 1986, horas antes del atentado.

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Los vecinos de Bidarray vieron atraída su atención el día citado por un grupo de individuos que merodeaban por el lugar en dos coches. Testimonios posteriores ' al tiroteo señalaron que los dos autores huyeron en un automóvil Opel Corsa de color blanco, con matrícula de San Sebastián.

Los asesinos se marcharon en dirección a la frontera española, distante 26 kilómetros por el paso de Dancharinea, precisamente el punto en el que comenzó la historia oficial de los GAL con el secuestro de Segundo Marey.

En el lugar, los gendarmes encontraron abandonado un revólver con cuatro balas sin usar y varios casquillos percutidos. Esta ciscunstancia sugiere que fueron dos las personas que dispararon, puesto que el revólver no expulsa las vainas. Entre los mercenarios de los GAL era práctica habitual abandonar las armas después de perpetrar un atentado.

La juez de Bayona ha dirigido una comisión rogatoria a la Audiencia Nacional porque sospecha que Brescia, tras haber fijado su residencia en Francia durante algunos años, se encuentra ahora oculto en España. El envío de esta solicitud de colaboración fue confirmado verbalmente al juez Baltasar Garzón cuando se desplazó en enero pasado a la capital vasco francesa para interrogar a Marey, según fuentes judiciales españolas.

En la Audiencia Nacional señalan que la comisión rogatoria, que debe tramitarse a través de los respectivos ministerios de Asuntos Exteriores, todavía no se ha recibido. En los archivos policiales españoles no consta ninguna requisitoria ni antecedente relativo a Miguel Brescia Gillem.

El procesamiento en Francia de esta persona, acusada de un doble asesinato, es consecuencia de "minuciosas investigaciones policiales", según consta en el informe inculpatorio elaborado por el fiscal de la Audiencia de Pau (Francia) e incorporado al sumario.

Brescia Guillem emigró a Francia a mediados de los años setenta con sus padres, según informan en Gavarda, un pueblo que tuvo que ser reconstruido tras el derrumbamiento de la presa de Tous en octubre de 1982. Los padres regresaron más tarde desde Francia a Bellús, otro pueblo de Valencia, aun que ahora viven en la capital con otra hija.

Miguel Brescia, según antiguos convecinos de Gavarda y Bellús, trabajó en una empresa de transportes internacionales. Hace un par de años sufrió un grave accidente de carretera en un viaje a Andalucía y fue ingresado en un centro hospitalario, de Xátiva, donde se pierde su rastro. Los vecinos de las dos poblaciones citadas afirman no haber le visto desde que abandonó, la clínica.

La leyenda negra de un tranquilo pueblo

En Bellús, una pequeña localidad valenciaIna de poco más de 1.000 habitantes en la que la mayoría de las familias viven de la tierra, Miguel Brescia Guillem es una especie de leyenda negra local. El matrimonio formado por Diego Brescia y Teresa Guillem llegó a Bellús con su hijo, y sus dos hijas en los años setenta.De Miguel, conocido como El Francés por sus años en el vecino país, lo último que recuerda la gente es "el accidente" que tuvo con el camión en Andalucía, y el tiempo que pasó en el pueblo recuperándose de sus heridas, tras una larga estancia en el hospital.

De su historia anterior, todo el mundo recuerda que trabajaba como camionero, que se casó y que volvía de vez en cuando al pueblo, en visitas intermitentes y espaciadas. Y siempre con lujosos automóviles matriculados en Galicia.

El resto es un gran rompecabezas que los vecinos de Bellús recomponen cada uno a su manera. Unos intentan ofrecer, posible mente por respeto a los padres, una imagen de persona normal, de camionero que se ganaba la vida de manera más o menos honrada. Otros, no tanto. "¿Por qué le buscas? ¿Te debe dinero?". "Hace años que no sabemos nada de él", dicen. En cuanto a sus padres, "lo me jor que les puede pasar", añade un vecino, es que se lo traigan muerto un día y dejen de sufrir".

En la casa del matrimonio, situada en un bloque de viviendas prácticamente nuevo, a la entrada del pueblo, nadie coge el teléfono. La casa está cerrada a cal y canto. "Están en Valencia", aclara una vecina. "Han ido a pasar el invierno".

Sin especificar mucho más, todos coinciden en que Brescia era una continua fuente de problemas para sus padres. Alguien que se considera informado se atreve a conjeturar que El Francés "debía estar metido en líos raros, no era un tío muy normal".

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