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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las razones de Pérez Mariño

EL MOMENTO escogido por Ventura Pérez Mariño para desmarcarse del PSOE -en pleno debate sobre el estado de la nación- ha sido objeto de crítica por las fuertes dosis de intencionalidad política y de protagonismo personal que dejaba traslucir. Pero las explicaciones dadas ayer por el hasta ahora diputado independiente del PSOE son, además de respetables, coherentes con los« motivos originarios que le indujeron a formar parte de las listas socialistas en las elecciones legislativas de junio de 1993.Pérez Mariño se ha despedido de su experiencia política sin el rupturismo desgarrado con que dio por concluida la suya su compañero de profesión y de aventura política Baltasar Garzón. Ello es debido, quizás, a las profundas diferencias que marcan la personalidad de ambos, al margen de semejanzas aparentes y meramente formales. Siendo los dos jueces, han sido muy distintos los momentos vitales y las vías de acceso de cada uno de ellos a la judicatura. Pérez Mariño se hizo juez por la vía del tercer turno -concurso de méritos entre juristas- tras varios años de experiencia profesional en el campo del derecho, e incluso de la, política. Garzón pasó directamente de la Universidad a la judicatura mediante la tradicional vía de la oposición, sin ninguna otra experiencia prevía, ni profesional ni política.

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El caso es que de la boca de Pérez-Mariño no han salido palabras del calibre de "traición" o de "ardid electoral", ni tampoco metáforas tan amargas como la de "sentirse como un muñeco". Quien representara junto con Garzón la marca visible de la voluntad del PSOE en la lucha contra la corrupción ha ofrecido razones exclusivamente políticas sobre el fracaso de su empeño. Ninguna de carácter personal. Ni sentimientos de frustración ni de manipulación ni de engaño. Simplemente la imposibilidad de seguir conjugando sus ideas con el marco de disciplina exigible al grupo parlamentario del que formaba parte.

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Pérez Mariño ha considerado que la creación de sendas comisiones parlamentarias de investigación sobre los GAL y el uso de los fondos reservados debería haber sido el corolario lógico de una postura coherente y firme contra la corrupción. El PSOE ha creído tener razones para oponerse, pero no puede decirse que la postura de Pérez Mariño carezca de serios argumentos a su favor. Porque consideraba que los tenía, y hasta el punto de no poder transigir sobre ellos, es por lo que Pérez Mariño se va. Sin dar ningún portazo, pero con coherencia política y con razones de peso. No e poco en estos tiempos de degradación de los usos políticos.

Este desenlace podrá ser considerado a primera vista como un . nuevo fracaso de la colaboración de personas independientes con los partidos. Pero sólo a primera vista. En el caso de Pérez Mariño sería más acertado hablar de las serias dificultades que esa colaboración plantea en los rígidos esquemas parlamentarios. Es una experiencia, en todo caso, que el PSOE no debería echar en saco roto. Y no para arrepentirse de ella, sino para articularla mejor en el futuro: no desde presupuestos meramente electoralistas o de, mercadotecnia social, sino desde otros políticamente más sólidos.

A pesar del mal sabor de boca que puedan dejar episodios como el de Garzón, hace ahora 10 meses, o el de Pérez Mariño, es difícil concebir en la sociedad futura una actividad política de los partidos sin conexiones, más o menos articuladas Con los elementos profesionalmente más. activos de esa sociedad. De ahí que no pueda darse por cerrado, sino todo lo contrario, el ensayo de incorporar a la vida parlamentaria a personas que hayan acreditado sus capacidades en actividades ajenas a. la política profesional, cuya independencia sea garantía de entrada de ideas nuevas y de comportamientos menos rígidos en los grupos parlamentarios. Eso sí, hay que hacerlo con rigor y seriedad, y explicitando al máximo las condiciones y la letra pequeña de ese contrato más o menos implícito que esa experiencia supone.

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