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La sequía y la reducción de cultivo disparan el precio de la patata

El precio de la patata se ha disparado en los últimos meses, y en estos momentos se sitúa entre 100 y 120 pesetas por kilogramo en la venta al público. Tres razones explican este aumento: la reducción de la siembra en España, los menores rendimientospor la sequía y la baja producción en el resto de la Unión Europea. Ello ha provocado un aumento de las importaciones, que ya suponen el 25% del consumo español después de haberse incrementado de 406.000 toneladas en 1993 a unas 700.000 en 1994.

Patata francesa, belga y especialmente holandesa, a unos precios superiores a las 120 pesetas por kilogramo, se han convertido en los últimos tiempos en oferta habitual para los consumidores españoles ante la falta de una producción nacional suficiente para atender la demanda interior. Estas cotizaciones suponen el triple de los precios pagados en 1994 por estas fechas.La demanda real de patata en España es de alrededor de tres millones de toneladas. Los precios actuales son de 57 pesetas por kilogramo en origen y por encima de las 110 pesetas al consumo, se han debido a la reducción de siembras y menores rendimientos por la sequía en la cosecha, de patata tardía o de invierno con solamente 1,03 millones de toneladas frente a 1,15 millones de toneladas en 1993.

A esta situación negativa hay que añadir la existencia de una campaña a la baja tambien en el resto de la Unión Europea al pasar la oferta de 46 a 40 millones de toneladas. Hay que importar más y a precios más caros, situación que se puede, agravar además con las últimas inundaciones ocurridas en países proveedores y especialmente en Holanda y Bélgica.

La patata es una de la producciones que ha tenido en los últimos años las mayores oscilaciones de precios pasando del déficit y cotizaciones altas a los excedentes y los precios hundidos en la campaña siguiente. Los problemas de la patata han sido cuestiones que dieron lugar históricamente a las principales guerras y movilizaciones en el sector agrario desde 1976. Esta situación de gran inestabilidad hizo que, en muchos casos, los agricultores dieran la espalda a este cultivo reduciendo las superficies de siembra. En los últimos cuatro años ha pasado de unas 270. 000 a 212. 000 hectáreas. Desde la total apertura de fronteras con el resto de los países comunitarios, las importaciones experimentaron un fuerte incremento en función de su mayor competitividad frente a la patata española, lo que provocó también una disminución de las siembras.

Según los datos manejados por el sector, la producción media por hectárea en Holanda sería de unas 80 toneladas, mientras en España la media es de unas 40 toneladas. Descontando los mayores costes de producción que tienen también los países del centro de Europa, los holandeses tienen una mayor competitividad y pueden colocar su patata entre cinco y siete pesetas por debajo de los precios existentes en España. Esta situación les permite multiplicar sus ventas en el exterior.

Bruselas, respondiendo a las pretensiones españolas, ha prometido estudiar la implantación de una Organización Común de Mercado para la patata a partir del próximo verano con el fin de lograr una mayor estabilidad. De momento, las organizaciones agrarias coinciden en señalar en este momento la existencia de una oferta suficiente para evitar problemas de desabastecimiento en el mercado español.

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