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Un vendedor de ilusiones

Se pone a hablar y no para. Es de esos hombres que irradian vitalidad. No se corta un pelo a la hora de hablar de sí mismo: "Tienes que dar rienda suelta a tu experiencia, a tu ilusión y observo que soy un buen conductor. Por ejemplo, con mis hijos, con las personas que trabajan en la empresa... Quiero decir que yo veo que no soy nocivo, para la gente que me rodea, sino, que, las cosas a mi alrededor florecen. No soy un tío castrante, emprendo cosas y luego, bufff, se desarrollan".Vende coches. Y uno se lo imagina arremangado, de aquí para allá, dando una palmadita al empleado, invitando a un café al cliente o sacando brillo él mismo al último modelo. Todo al mismo tiempo. Tiene su despacho en la primera planta del flamante edificio de Otaysa (Organización de Talleres y Servicios de Automoción) en la calle María de Molina. Pero si tiene que bajar a la sala de máquinas, no lo duda un momento.

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De profesión, presidente
A la conquista del club

Cuenta cómo empezó: "A los 28 años me retiré del fútbol. Tenía 1,6 millones. Tuve que comprarme un piso, estaba casado, tenía un hijo y un 600 usado. Compré una empresa de transportes que estaba en quiebra por 300.000 pesetas. Pasaron diez años de mi vida horribles, porque estuve ahogado. Muchas veces, por la noche, lo digo sinceramente, me he asomado al balcón y he dicho 'yo sé por qué la gente se tira'. Entonces, el dinero es algo que nunca he tenido y cuando lo tuve, vi tantas necesidades en la empresa que lo invertí en ella. Y no se la va a creer, pero no h e sacado ni un céntimo de la empresa en treinta años".

No tiene el más mínimo reparo en decir, entonces, de qué vive: "Del sueldo, naturalmente, un buen sueldo, un millón de pesetas todos los meses. Tengo un patrimonio enorme porque la empresa vale mucho; factura 15.000 millones al año, es mía únicamente y vende 7.200 vehículos. Sin darme cuenta he hecho un capitalazo, pero no en dinero sino en empresa. Pero si me dice qué dinero tengo personalmente, digo, pues muy poco, no sé si quince o veinte millones. A lo mejor tengo unos saldos en Otaysa impresionantes, o sea, puedo manejar mucho dinero. Miras atrás y ves que has hecho una hucha formidable. Es que son 30 años de trabajo, toda una vida".

Fue futbolista. Profesional diez anos y cinco de ellos en el Madrid, aunque se recorrió España cedido. Sus comienzos denotan que no para hasta conseguir lo que quiere: "yo jugaba en un equipo de barrio, entonces vi en un anuncio que todos los chavales que quisieran jugar en el juvenil podían probarse en Vallhermoso el día tal desde las diez de la mañana. Para allá me fui. 'Cómo te llamas: Santiago Gómez Pintado. De qué juegas: de delantero centro. Muy bien, tú juegas a las doce con el equipo blanco'. Me puse a jugar, fatal, y el entrenador me dijo: 'chaval, lo siento, pero no te vamos a fichar'. Me puse a la cola otra vez. 'Cómo te llamas: Santiago Montejano. De qué juegas: de medio. Muy bien, pues juegas por la tarde, a las cinco'. Jugué fenómeno y el mismo entrenador me dijo, muy bien, te fichamos".

Ahora quiere ser presidente. "Soy un empresario que gestiona estupendamente", dice, "si no Otaysa no existiría y hay una posibilidad en el Real Madrid de que se una el empresario y el futbolista y que el club sea algo . impresionante". Naturalmente, tiene palabras para los otros candidatos, sin necesidad de pedírselo: "Florentino Pérez y Mendoza representan igual. No hacen ningún cambio. Es lo mismo con otras personas, lo mismo, la gente guapa, el pelotazo, los últimos retazos..."

Gómez Pintado no tiene problemas: "Si a mí me llama la SER, voy; si me llama García, voy. Esto va con el sueldo". Pero escucha muy poco El larguero o Supergarcía: "Es que me duermo, de verdad, no porque ellos no sean divertidos, es que no puedo, me caigo redondo, que a las seis y algo me levanto".

Cuenta pormenorizadamente su jornada: "Me levanto, leo El Mundo, ABC y EL PAÍS, que me lo traen las dos señoras que tenemos por la mañana. También los deportivos. Antes sólo los leía el fin de semana, fundamentalmente el Marca. Desayuno con mi mujer; me hace ella el zumo, que se levanta un poquito antes que yo. A las ocho y media ya estoy el trabajo. Vengo oyendo normalmente la COPE, y si después ando por Madrid con el coche pongo a Luis del Olmo. A mediodía, a comer a casa. Mi mujer guisa muy bien, estupendamente. Vemos los telediarios de Telemadrid y Antena 3. Después, La 2 si hay algún documental de animales de África. Yo estuve en Kenia y me impactó mucho. Entonces llamo a mi secretaria y le digo que voy a llegar media hora más tarde. Procuro regresar a casa lo antes que puedo, que nunca es antes de las nueve. Cenamos, siempre pon algún hijo, y si no hay algún programa muy bueno, de debate, o alguna película muy buena, charlamos mucho, muchísimo, hasta las doce. Antes de dormir siempre leo un poco, tengo dos o tres libros a mano, ahora el de don Juan, otro el de Mario Conde, uno de Ussía, muy simpático, y el de Valdano, que leo según tenga el ánimo. Si tengo ánimo de diversión, cojo el Interviú, mi mujer no quiere que lo compre, dice que lo compro por las chavalas, es un poco verdad"

La charla no se agota. La conclusión, en cualquier caso, es la misma. La ratifica: "No estropeo nada, al revés, yo creo que soy una persona positiva en ese sentido. Me ilusiono por un proyecto y..."'

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