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Tribuna:CRISIS EN MÉXICO
Tribuna
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Viejos y nuevos fantasmas

HÉCTOR AGUILAR CAMÍNLa incertidumbre chiapaneca no es la causa del déficit de 30.000 millones de dólares que México alcanzara en 1994

La soga de la relación con el sector externo ha tomado nuevamente por el cuello a la política mexicana, induciendo una devaluación de su moneda que flota libremente en elmercado y que, según los expertos, terminará siendo del orden do. 25%. Es una vulnerabilidad persistente que periódicameneo arrasa expectativas y desbarata estrategias de política económica. Antes, hace 20 años, las devaluaciones vinieron por razones de proteccionismo, déficit gubernamental y sobreendeudamiento externo. Hoy, por exigencias de una estrategia económica distinta y aun contraria apertura comercial, estabilidad de precios y disciplina de las finanzas públicas.El villano común, en situaciones tan distintas, ha sido el déficit comercial y financiero con el exterior, que se disparó en ambos casos y encontró al Gobierno atado de manos para corregir a tiempo las rigideces de su estrategia. En 1981 y 1982, el Gobierno de José López Portillo persistió en su decisión de sostener el valor del peso y la lógica expansionista del gasto público y el crecimiento económico. A lo largo de 1994, el Gobierno de Carlos Salinas persistió en su política de apertura comercial y estabilidad de precios, manteniendo en particular un precio estable y previsible para el dólar como señal de estabilidad y solidez en los otros órdenes de la eco nomia.

En ambos casos, a los responsables de la política económica les pareció manejable el mismo fenómeno: un déficit comercial galopante que se pensó compensar en los ochenta con los ingresos petroleros y en los noventa con el ingreso de capitales foráneos. Poco ayuda, en verdad, a la comprensión y la corrección de este problema atribuirlo a la incertidumbre sembrada por los nuevos amagos guerreros del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); tal como se hizo en el primer comunicado anunciando la ampliación de la banda de flotación del peso en 53 centavos (equivalente. a un 15% de devaluación de la moneda).

Aunque es un factor que atemoriza a los inversionistas, la incertidumbre chiapaneca no es la causa del déficit de 30.000 millones de dólares que México alcanzará en 1994 en su relación con el exterior. Ese déficit, no compensado por el ingreso equivalente de capitales externos o el aumento proporcional de exportaciones, es la consecuencia de una política económica sostenida que debe ser explicada y corregida en sus rigideces para que pueda también ser valorada en sus logros.

El fondo estructural de la devaluación es el mismo hoy que en 1982 la baja competitividad internacional de la economía mexicana y su bajo -nivel de ahorro-, pero las condiciones generales de la economía son muy distintas, empezando por él equilibrio de las finanzas públicas y terminando por los niveles efectivos de inflación y precios reales.

La devaluación de diciembre tendrá impactos severos en los precios, las taias de interés, la deuda pública y privada, y en el propio presupuesto gubernamental. Pero aun en sus momentos de pánico crónico ha -que ha llevado el precio del dólar de 3,40 a 5,50 nuevos pesos- sus magnitudes tienen poco que ver con las de las devaluaciones de 1982 -de 22 pesos por dólar en febrero a 150 por dólar en diciembre-. Desde el punto de vista político, sin embargo, las condiciones son equivalentes. El público ahorrador ha sido nuevamente defraudado por la política económica y la credibilidad gubernamental en la materia queda, en adelante, en entredicho. Los fantasmas de la des confianza, bien sembrados en el pasado, vuelven por sus fueros y el nuevo Gobierno cosecha una fruta amarga que no sembró, pero de la que no puede no hacerse corresponsable. En materia de credibilidad, lo urgente es una revisión amplia, puntual y de cara al público de los factores reales de la devaluación de diciembre y de los elementos de la política económica que la incubaron en el tiempo, y que deben corregirse para evitar efectos similares en el futuro.

Insistir ante un público irritado, que ha perdido parte de sus ahorros, en que el responsable, directo de su pérdida es el EZLN es encaminar al público y al Gobierno hacia una definición tajante, una definición de fuerza en Chiapas. Ésa es una bosibilidad real que acaso la in transigencia y el delirio militar de Marcos harán inevitable si persiste en desatar la guerra y no queda otro camino que la fuerza para restablecer la ley y el orden en ese Estado. Pero no parece prudente añadir a la irritación qué el empantanamiento de Chiapas produce de por sí la del público sacudido por la de valuación, porque la causa real de esta última no habrá de encontrarse en Chiapas ni muchísimo menos su solución. No es la mejor idea para, un Gobierno que empieza a combatir viejos con nuevos fantasmas. Más apropiado parece. simplemente prender la luz.

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Héctor Aguilar Camín es novelista y periodista mexicano. Director de la revista Nexos.

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