_
_
_
_
_

"Madrid es una ciudad cada vez más embotada, adocenada y mediocre"

A Borja Casani, no le importa malgastar energías con tal de trabajar, en exclusiva, al servicio de la subjetividad. De ahí el desfile de cabeceras, casi siempre efímeras, que han pasado por sus manos. A saber: La Luna de Madrid, Sur Expres y Arena Internacional. Desde hace dos años dirige la revista El Europeo, cuyo número 50 ha cambiado radicalmente de formato, reduciendo notablemente su tamaño, los críticos dirán si se trata de una pequeña gran revista. Mientras, Casani, madrileño de 42 años, apasionado lector, edita a través de El Europeo y La Tripulación a Ray Loriga, El Ángel y Ramón Chao, en la colección Los libros del Cuervo, y proyecta una serie de libros disco para que músicos consagrados o no tiren por derroteros distintos a los comerciales. El primero será Luis Eduardo Aute, y el segundo, Joan Valent.Pregunta. ¿Se aburre, le sobran ideas o ambas cosas a la vez?

Respuesta. Intento diversificar un poco los trabajos, pero sobre todo busco vida y algo de aventura. Puede que me aburra, y, en cierta forma, necesite rejuvenecer las cosas.

P. ¿Por qué reducir el formato de la revista?

R. El Europeo cambia de tamaño y de concepto porque han pasado dos años. Podría haber crecido, pero queríamos hacer una revista que se manipule con facilidad, que se pueda leer en la cama, llevarse en el bolsillo y que fuera distinta a la anterior, muy ceremonial y quizá demasiado majestuosa.

P. ¿Cómo se explica que su trabajo resulte elitista para unos y casi marginal para otros?

R. Porque en el territorio cultural, entre comillas, hay dos visiones. La cultura vista como algo que sólo conocen unos pocos y la cultureta. Estoy superinteresado en la lectura. Siempre he hecho revistas para leer, pero con ciertas dificultades para ser leídas, sin saber nunca del todo cuál es nuestro público.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

P. ¿Le satura que le tachen de moderno?

R. Yo no soy nada moderno, soy un trabajador de infraestructura clásica. En todo caso, alternativo, pero no como sinónimo de underground, sino referido a lo que considero contrario de las fórmulas usuales.

P. Dice que Madrid no le apasiona.

R. Como ciudad no me interesa especialmente. Es más, me pone un poco nervioso. Madrid está cada vez más embotada, más mediocre y más adocenada, la gente no busca más que la disipación del fin de semana. Atravesamos un momento muy poco brillante, pero no me gusta comparar esta época con otras porque no soy nada nostálgico.

P. Parece casi obligado decir que en los ochenta todo el mundo se divertía más.

R. Quizá porque éramos más jóvenes. Ni ahora hemos dejado radicalmente de beber o de drogarnos, ni antes estábamos todas las noches de fiesta. Cada uno procura ser feliz como buenamente puede, y para mí lo más interesante de la vida es lo subjetivo.

P. ¿Sin reparar en algo tan objetivo como los titulares de un periódico?

P. Eso pesa especialmente sobre la cotidianeidad. Es un fardo que hay que cargar para saber qué le pasa esta mañana a Francisco Palomino o a cualquier político al uso. Lo sigo como seguiría una novelilla, un folletín del siglo XIX, pero apenas saco más conclusiones que el deseo de verles desaparecer lo antes posible, dejando paso a otros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_