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Cuba sigue a la espera de la privatización

La crisis económica obliga a La Habana a impulsar la iniciativa particular y a abandonar el monopolio público

Todos los domingos en Cuba son una sorpresa. Cada vez que llega el fin de semana, las calles de La Habana se llenan de vida y aparecen nuevos mercadillos a los que acuden cientos de personas a ver, curiosear y comprar. Justo frente del cabaré Tropicana nace 70, una avenida que termina en la Quinta Avenida de Miramar. Allí hay sillas, mecedoras, mesas y cacharros de cocina y artesanía. fabricada por jóvenes "trabajadores por cuenta propia", a quienes el Estado permite desde hace unos meses producir y vender libremente. El Prado es otro lugar de venta, y la gente pregona cigarros, zapatos, piezas de repuesto para motos checas, mientras los barberos trabajan al aire libre y un travestido baila y canta boleros con un micrófono prestado por una empresa del Poder Popular.Si uno se deja llevar por las apariencias, se puede llegar a la conclusión de que la economía cubana se ha abierto y que en ella tiene cada vez más participación lo privado. ¿Pero cuáles son los límites reales entre lo estatal y lo particular?

Hasta hace unos anos, las 3.000 empresas y las 21 ramas que componen el sector industrial cubano, desde el azúcar hasta la industria alimenticia o la siderurgia, eran férreamente controladas por el Estado. Lo mismo ocurría con el comercio y los, servicios, hasta el punto de que los timbirichis donde se vendía. café, croquetas o refrescos pertenecían a empresas del Estado, y los restaurantes caseros (paladares) estaban prohibidos.

La tierra siempre fue una excepción, y aunque desde 1960 la revolución controla el 79% de las tierras cultivables -la mayor parte expropiadas a grandes latifundistas y a compañías de Estados Unidos, como la United Fruit-, el 21% está en manos privadas, de 90.000 campesinos independientes y 60.000 cooperativistas. Los pequeños negocios privados como bodegas y carnicerías fueron legales hasta mediados de los sesenta, cuando todos los negocios particulares fueron nacionalizados.

Al comenzar los noventa el Estado era el dueño absoluto de todo. Sin embargo, el cataclismo socialista removió todos los cimientos de la economía cubana, y en dos años el Gobierno tuvo que legalizar el dólar, tolerar el "trabajo por cuenta propia" y ciertas formas de economía privada, parcelar sus gigantescas granjas estatales, entregar la tierra en usufructo a los campesinos, dar mayor poder a las empresas y descentralizar el Estado.

"Sin embargo", comenta el economista Pedro Monreal, "en Cuba sigue primando la economía estatal, y los márgenes de la economía privada siguen siendo míniinos". "El 95% del sector industrial sigue en manos del Estado, al igual que el 79% de la tierra. Cuando las autoridades autorizan una empresa mixta con socios extranjeros, no venden el terreno ni los medios de producción, sino que ceden la fábrica o el hotel para su explotación".

Monreal, investigador del Centro de Estudios de América, afirma, que,, si bien es cierto que "no existe un proceso de desestatalización de la propiedad, sí se está desestatalizando la operación económica, tanto en la esfera de la producción como en el comercio"' Un ejemplo de ello es que el Estado ha comenzado a repartir gratuitamente tierras a todos aquellos que desean cultivar cacao, café o tabaco, en- régimen de usufructo indefinido, y ha permitido a cierto número de industrias trabajar como sociedades anónimas y con régimen de autogestión. De la misma forma, ahora muchas empresas estatales, por ejemplo en el transporte, tienden a autofinanciarse ante la amenaza de que se: acabaron las subvenciones.

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Todos éstos son pasos de avance, pero insuficientes si se tiene en cuenta que de las 3.000 empresas estatales, del sector industrial, en 1993 sólo funcionó un 20%, y que para que la economía funcionase racionalmente habría que dejar sin empleo a la tercera parte de los aproximadamente 3,5 millones de trabajadores.,

Hoy en Cuba no se puede comprar vivienda ni coche sin autorización del Estado. Tampoco un terreno para construir, ni alquilar un apartamento. Pero, según Monreal, en 1995 se, tiene: que plantear el debate de, ante la imposibilidad del Estado de cargar con todo el peso de la economía, cuáles son las áreas de las que deberá deshacerse.

"Las empresas cubanas tienen que reordenarse. Ya 1,50 de ellas trabajan como sociedades anónimas, aunque el dueño es el Estado, y otras con régimen de autogestión", dice. "Pero la gran. pregunta ahora es qué pasa con la empresa privada cubana, cuándo podrá un cubano contratar a otro libremente, cuándo permitirá el Estado el trabajo asalariado".

Hoy sólo existen 160.000 trabajadores por cuenta propia, y aunque el propósito es. duplicar esta cifra a lo largo de presente año, la solución es insuficiente si se tiene en cuenta que pronto habrá un millón de parados. Por eso algunos economistas cubanos piensan que, tarde o temprano, el Estado tendrá que desahacerse de ciertos sectores, como los servicios, y privatizarlos totalmente. Esto, creará la semilla de la empresa privada, pero una semilla fuerte, no como hasta ahora, puesto que la iniciativa privada ha ido arañando esferas de acción al todopoderoso Estado pese al recelo de las autoridades comunistas.

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