_
_
_
_
_
DECIMOTERCERA JORNADA DE LIGA

Julio Salinas maltrata al Barca

El Deportivo obtiene en el descuento la recompensa a su mejor fútbol

Ramon Besa

Julio Salinas le descontó un punto al Barça cuando el partido ya agonizaba. Muy propio del Largo. Fue un tanto de oportunista, de un paquete -como dirán sus detractores-, a quemarropa, sin otro mérito que el de fusilar al portero en los minutos de la basura, aquellos que se juegan a criterio del árbitro. Vivió mucho tiempo el Barça de goles de Salinas como el de anoche.

El choque ya nació torcido. La pizarra provocó una mueca de disgusto entre los partidarios de uno y otro bando. Optó Arsenio por Villarroya en el puesto natural de Nando y dejó delantero y medio en punta.

Muy propio de un. entrenador contemporizador. El, al fin y al cabo, trabajó siempre con el mismo guión y sólo cambia los intérpretes secundarios. Cruyff, sin embargo, dejó con la palabra en la boca a sus pregoneros: vistió a Sánchez Jara de titular para que cubriera y abriera una banda, mientras Ferrer se echaba al centro con Nadal, Sergi tomaba a Aldana y Eusebio campaba por el otro lateral con Koeman en la sala de máquinas. Un grupo poco reconocible en un técnico que apuesta por el talento.

El grupo de Cruyff vivió de la limosna del colectivo de Arsenio. El Deportivo manejó la contienda. Cortó la línea de pase hacia Stoichkov y Romario, dejando que el balón. lo transportaran Eusebio y Sánchez Jara por las bandas, y se estiró con las diagonales de Fran y Aldana a la espalda. de los zagueros barcelonistas. Tuvo llegada desde la salida y armó dos mano a mano que provocaron que la hinchada se persignara. Nadal dejó la pierna en ambas y Manjarín cayó en la última. El árbitro no atendió a las protestas visitantes que reclamaban penalti. La jugada descompuso a los gallegos. No estuvieron acertados en el repliegue y cedieron la tercera falta en la frontal del área. Entonces llegó el zapatazo de Koeman.

El Barça se agarró al gol de Koeman. Sancionado Guardiola, con Romario estresado y Stoiclikov frenado por la hierba, los azulgrana vagabundearon. Jamás hubo dos pases interiores seguidos (Romario, eso sí, falló la sentencia al Cuarto del segundo tiempo) ni más de una apertura digna a las bandas. Está seco el equipo. No llega. Nadie se juega el bigote: en el último pase.

La fluidez estuvo de parte del Deportivo. El encuentro fue un monólogo gallego. Tocaron y tocaron los de Arsenio hasta ahogar a los azulgrana en la playa del Camp Nou dado el arenal que revuelca a la hierba. Nadie podía, sin embargo, con Busquets. Entonces salió Salinas y puso las cosas en su sitio. El Largo maltrató a un Barca que, privado del arte, ha perdido hasta su efectividad y pragmatismo. La máquina está parada.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_