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Kohl desata su furia anticomunista en el aniversario de la caída del muro

El canciller alemán, el democristiano Helmut Kohl (CDU), en una declaración con motivo del quinto aniversario de la caída del muro de Berlín, advierte que no se puede permitir que los responsables de su construcción se conviertan en representantes de los intereses de los alemanes del Este. La declaración de Kohl pone de manifiesto que el canciller mantiene su postura militante contra los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS). Un diputado del PDS, el anciano escritor Stefan Heim, pronunciará hoy en el Reichstag de Berlín el discurso de apertura de la nueva legislatura.

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El aniversario de la caída del muro ha sumido a Alemania en una especie de catarsis colectiva, con horas y horas de interminables debates en iglesias, universidades, parlamentos y medios de comunicación. Por las calles de Berlín apenas se advierte nada parecido a una celebración. En la mañana de ayer la Columna de la Victoria apareció adornada con una pancarta con un texto que decía "Pensar Alemania significa pensar Auschwitz".Un grupo de tres chicas jóvenes con el pelo teñido de intenso rojo interrumpieron también un coloquio sobre la caída del muro que se celebraba en la Cámara de Diputados de Berlín, en el antiguo Parlamento prusiano. Tras lanzar una breve soflama y desplegar una pancarta con el mismo texto, las chicas abandonaron el recinto y continuó el debate sin más incidentes.

El teólogo Friedrich Schorlemmer recordó que el aniversario coincide con el de la Noche de los cristales rotos del 9 de noviembre de 1938, cuando los nazis incendiaron más de 250 sinagogas y asaltaron los negocios de los judíos en uno de los primeros pogromos que luego degeneraron en los campos de exterminio. Afirmó el teólogo, uno de los disidentes de la antigua RDA, que no se puede hablar de la RDA, la extinta Alemania Oriental, como de un Auschwitz sobredimensionado, porque "si los judíos hubiesen sido internados en la RDA estarían hoy entre nosotros" y añadió que la RDA no había sido una industria concebida para el aniquilamiento.

El alcalde de Berlín, el democristiano Eberhard Diepgen (CDU), tuvo que soportar insultos y abucheos de un puñado de jóvenes manifestantes en la reapertura al tráfico del puente Oberbaun, que une el distrito occidental de Kreuzberg con el Este y estuvo cerrado por el muro. Ese mismo &ente reabierto ayer es el escenario donde Smiley, protagonista de las novelas de John le Carré, esperaba en una ocasión a su contacto soviético que venía del otro lado.

En el centro de prensa donde hace cinco años se anunció la noticia de la apertura de las fronteras de la extinta RDA, lo que desencadenó la estampida de gente hacia el muro, se encontraba ayer vacío. Se ha instalado allí la sede berlinesa de la Oficina Federal de Prensa. Un solo periodista leía periódicos en la sala de lectura. En la cantina sólo se sentó a comer con temeraria imprudencia el corresponsal de este periódico. La soledad del local se comprende ante la bazofia que se sirve como comida.

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La víspera del 9 de noviembre en el legendario check point Charlie, el punto más famoso del muro, la casa museo estaba casi desierta. Sólo unas familias de rusos y un equipo de televisión comandando por un asiático, recorrían las salas del lugar. En el museo están expuestos los múltiples ingenios desarrollados por quienes se fugaban de Alemania Oriental. En un escrito que figura en el interior de la Casa del Checkpoint Charlie se llama la atención por el intento de reconstrucción que se realiza en esa zona, porque arrasará con todo vestigio del muro. El texto alude también a que parece como si se tratase de reprimir cualquier recuerdo.

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