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"¿Kerino? No sé que es"

El disfraz de baile del 1,5% del capital de Banesto que Mario Conde había acordado comprar a Pedro Pueyo en los pactos de julio de 1990 es la sociedad Kerino. El pasado 30 de septiembre, al ser preguntado en el Congreso por la citada sociedad, el ex presidente de Banesto dijo: "¿Kerino? Sinceramente no lo sé... No sé que es Kerino", y prometió averiguarlo para la próxima comparecencia.El ex consejero delegado Enrique Lasarte declaró el pasado martes, día 11: "Yo no tengo constancia, yo no he visto ningún pacto de recompra. En todo caso, ese pacto será anterior a mi responsabilidad como consejero delegado". Lasarte agregó que "nunca se ha ejercitado... Y la realidad es que en el momento en que se produce la ampliación de capital [julio-agosto de 1993], el señor Pueyo sigue teniendo esas acciones... [1,5% de Banesto]". La existencia del pacto de recompra que, según el director general Javier Abad, fue instrumentalizado a través de documentos especiales, y la decisión de ejercerlo por parte de Pueyo es lo que explica la operación Kerino.

Más información
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El acta

El acuerdo de recompra estipulaba que Pueyo vendería a 5.100 pesetas la acción 1,48 millones de títulos o el 1,5% del capital de Banesto a quién éste designase. Esto hacia un total de 7.500 millones de pesetas. Al ejercerse el pacto de recompra, Banesto rehizo la operación con Pueyó a 2.500 pesetas por título -a pesar de que el precio en Bolsa era de 2.175 pesetas en octubre de 1992-, es decir, el valor del paquete era de 3.700 millones. Por tanto había una pérdida de 3.800 millones. Si Banesto recompraba dichas acciones engrosaban la autocartera y, además, debía contabilizar la pérdida de valor.

Compra disfrazada

Éste no fue el procedimiento elegido. La recompra se disfrazó. Había que proporcionar, contablemente, a Pueyo los 7.500 millones. Banesto, a través de la instrumental Kayenta, compró a Pueyo el 50% de la sociedad Kerino (propietaria de dos aviones Airbus) por valor de 7.800 millones de pesetas (las acciones de Banesto a 5.100 valían 7.500 milones y se agregaron 300 millones en concepto de intereses), con el compromiso de que al cabo de siete años Pueyo volvía a vender ese 50% de Kerino a Banesto por 3.400 millones. En el pacto se hacía constar que el 1,5% de Banesto seguiría en manos de Azul Real, de Pueyo.En otros términos, Pueyo y Banesto hacían una compensación. El primero "aparecía" asumiendo las pérdidas de 3.800 millones de pesetas (diferencia de cotización entre 5.100 y 2.500) y Banesto, por debajo de la mesa, se los cubría a través de una valoración superior de Kerino, más intereses. ¡De autocartera, nada! ¡De pactos de recompra, nada! Al cabo de siete años, el 501/o de Kerino volvería a Pueyo por 3.400 millones.

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