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Entre Napoleón y Maquiavelo

El primer ministro electo de Quebec, Jacques Parizeau, nacido hace 64 años en el seno de la burguesía ilustrada de Montreal, inició su campaña electoral, a decir de sus detractores, como un Papá Noel estival que promete regalos y la terminó como si ya fuese el presidente de un nuevo Estado independiente. Algunos califican su estrategia de napoleónica; otros, de maquiavélica.Economista doctorado en Londres y diplomado en París, Parizeau ha alternado su carrera política con periodos dedicados a la enseñanza, como cuando en 1980 las orientaciones de su gran mentor -René Levesque, el fundador del Partido Quebequés- flaquearon en su independentismo tras la derrota en el referéndum para la independencia.

Durante la pasada campaña ha tratado de borrar una imagen que le ha perseguido durante su carrera: la arrogancia derivada de una fiera seguridad en sí mismo, rayana en el autoritarismo. "Cuando aprieto un botón quiero que la máquina me responda", dice este hombre, que no quiere dejar nada en el partido fuera de su control.

Fuentes diplomáticas mantienen que el Partido Quebequés tendría una aceptación superior si tuviese al frente a Lucien Bouchard, el popular fundador del Bloque Quebequés, segundo partido en el Parlamento federal de Canadá, al que llegó con la bandera del soberanismo de Quebec.

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