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El socialista Murayama es el nuevo primer ministro de Japón con el inesperado apoyo de los liberales

La jornada fue trepidante. Comenzó con un supuesto acercamiento de los socialistas a la coalición gubernamental del ex primer ministro Tsutomu Hata. Ichiro Ozawa, a quien se califica de estratega y padrino de la coalición gubernamental, parecía haber atado bien los cabos para que el partido de Murayama aceptara reintegrarse en la coalición gubernamental de siete partidos, apuntalando de nuevo su mayoría parlamentaria. Los socialistas abandonaron la coalición -con la que ganaron las elecciones generales de 1993 al PLD- el pasado abril por considerarse traicionados por la formación de una alianza liberal dentro de la misma. Su salida propició la desestabilización de la coalición y la posterior caída de Hata.Sin embargo, lo que muchos comentaristas calificaban de un mero ejercicio político para limar asperezas antes de presentar un candidato moderado a la cabeza del Gobierno se convirtió de repente, al mediodía, en estrepitoso fracaso cuando la reunión entre la coalición y los socialistas finalizó sin acuerdo alguno.

El PLD, ansioso por retornar el poder que ejercitó durante 38 años hasta agosto, creyó llegada su oportunidad y con su líder, Yohei Kono, lanzó todo su peso, en este caso los 206 escaños con que cuenta en la Cámara baja de la Dieta (Parlamento), detrás de sus archirrivales políticos, los socialistas de Murayama.

Al final de la tarde saltó la primera gran sorpresa. El liberal Toshiki Kaifú, de 63 años, antiguo primer ministro del PDL, se distanció de la opción de su partido y aceptó la candidatura a la jefatura del Gobierno por la coalición gubernamental de Hata, y en particular de sus dos columnas vertebrales, los partidos Shinseito (62 escaños) y Komeito (52 escaños), más la adición de algunos pesos pesados de su propio partido, como otro ex primer ministro, Yastihiro Nakasone.

En la primera votación en la Cámara baja, Murayama obtuvo 241 votos, y Kaifu 220, ambos ligeramente por debajo de la cifra de los 253 necesarios en que se sitúa la mayoría parlamentaria.

En la segunda votación, Murayama obtuvo 261 votos, superando con relativa facilidad a Kaifu, que sólo consiguió 214. Algo que hasta hace varias semanas parecía impensable en un país fundamentalmente conservador como Japón se había hecho realidad en un auténtico día loco de la política nipona.

En la Cámara alta, donde los socialistas tienen clara preponderancia, Murayama consiguió la mayoría absoluta en la primera votación con 148 votos a su favor.

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Los analistas debatían con pasión fuera de lo común conceptos como francotiradores y tránsfugas, que hasta hace poco eran desconocidos en el vocabulario habitual de la monolítica política japonesa.

Queda ahora por debatir cuál será la plataforma política de los hasta ahora fieros enemigos parlamentarios (PLD y PS), que junto con un partido menor (el Sakigake, 22 escaños) deben conducir al país por las turbulentas aguas de una recuperación económica en ciernes y un yen revalorizado que hace estragos en las exportaciones.

Diferencias políticas

Las diferencias entre ambas formaciones políticas son bien conocidas en asuntos polémicos en Japón, como el de la colaboración militar con Naciones Unidas en misiones de paz y el espinoso asunto del aumento de los impuestos.

La oposición en gran parte de las bases y las disensiones entre los parlamentarios de ambos partidos a semejante coalición gubernamental liberal-socialista, que se manifestaron con la abstención de 29 de ellos, dificultará aún más el control de un Parlamento que cada semana que pasa se encuentra más fragmentado.

Muchos analistas manifestaban ayer su sorpresa y desconocimiento sobre cómo podrán gobernar dos partidos que hasta hace apenas unos meses eran enemigos irreconciliables. Esta asociación contra natura permite apuntar malos augurios sobre la capacidad del líder socialista para imponer las reformas que esperan los grandes países industrializados (el G-7), que se reunirán la próxima semana en Nápoles con asistencia del nuevo primer ministro.

Por ahora, Estados Unidos ha acogido positivamente el cambio, y el yen se ha reafirmado frente al dólar.

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