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Los Doce vislumbran un acuerdo sobre la minoría de bloqueo en una UE ampliada

Lluís Bassets

ENVIADO ESPECIAL Los Doce empezaron a ver un resquicio de luz ayer en el Consejo de Ministros informal que reúne a los titulares de Exteriores europeos. Por primera vez después de varios días de enfrentamientos, tanto la presidencia griega del Consejo, como España y el Reino Unido, los dos países en litigio por el sistema de votación, aseguraron que empezaban a percibirse signos esperanzadores. Los avances se han realizado en los contactos bilaterales y en el trabajo de los técnicos.

El Consejo no entrará hasta hoy en materia y es difícil que hoy mismo se llegue a resultados definitivos. Una de las ideas de la presidencia griega es implicar ahora al Parlamento Europeo en la elaboración de la fórmula final, para evitar así que los tratados de adhesión de Austria, Finlandia, Suecia y Noruega sean rechazados en mayo por los eurodiputados.

España y el Reino Unido seguían ayer haciendo frente común, en defensa de la minoría de bloqueo de tres países con 23 votos, frente a los otros diez que propugnan una minoría de 27 votos en cuanto se incorporen los cuatro nuevos socios. Por primera vez, sin embargo, se podían percibir movimientos por parte de todos. El Reino Unido ha empezado a mostrar flexibilidad respecto a la exigencia de una declaración jurídicamente vinculante y ha reconocido como buena la regla de los 27, a pesar de las excepciones que pide. Los países más rígidos ante las posiciones británica y española han empezado también a reconocer la necesidad de buscar una fórmula de compromiso.

Esperanza española

El ministro español, Javier Solana, aseguró que percibe cambios "en algunas posiciones hasta ahora excesivamente simplistas, que se están convirtiendo en más complejas y sofisticadas". Las "posiciones simplistas" son las de Bélgica y Holanda, países que junto a Luxemburgo son los grandes beneficiarios de una ampliación que suponga la traducción mecánica de los sistemas de mayorías y minorías anteriores.

El presidente de la Comisión, Jacques Delors, también apoya calurosamente esta posición, y no tan sólo por razones de ortodoxia comunitaria, según consideran fuentes españolas, sino por un reflejo conservador de Francia, que empieza a barruntar las consecuencias de una Unión Europea más equilibrada en su sistema de representación. El equilibrio actualmente existente entre Francia (59 millones de habitantes y 10 votos) y Alemania (80 millones y 10 votos) está destinado a desaparecer si efectivamente se acomete el problema de la proporcionalidad del voto en las futuras instituciones a partir de 1996.

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"España viene dispuesta a encontrar fórmulas constructivas, pero todas las partes deben moverse", dijo Solana. "No quiero decir que la solución está al alcance de la mano". "Deseamos que desde ahora hasta 1996 España pueda defender sus intereses", aseguró. Y añadió: "Siempre hemos tenido una posición firme pero constructiva. Los británicos tienen un problema dentro del partido conservador, cosa que no nos ocurre a nosotros".

El ministro alemán de Exteriores, Klaus Kinkel, que ha participado con gran entusiasmo en todas las discusiones, fue el único que quiso transmitir una impresión pesimista.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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