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Las dos almas de la Liga Norte

La formación federalista italiana ha pasado de movimiento de protesta a "partido de lucha y de Gobierno"

El próximo 12 de abril la Liga Norte cumplirá 10 años. El éxito de este movimiento de protesta que se levantó contra las perversiones políticas de la I República italiana, su sistema de fiscalidad, la corrupción y la malversación de fondos públicos, ha sido fulgurante. Debuta en las elecciones generales de 1987 con un diputado y un senador, Umberto Bossi, su fundador y líder carismático. En el disuelto Parlamento que se renueva el 27 de marzo disponía ya de cerca de 80 escaños entre Cámara y Senado y en estos comicios quiere quedar por encima de los 100. Entretanto, en las municipales del pasado año redondeó un poder municipal en el norte, donde gobierna en 129 localidades, 74 de ellas en Lombardía, donde domina en su capital, Milán.La Liga ha tenido, pues, que improvisar una clase administrativa en un corto espacio de tiempo. Esto, que para unos es el talón de Aquiles del movimiento federalista que le lleve a tocar techo electoral, para otros, dentro de la formación de Bossi, es motivo de reflexión sobre la propia identidad liguista.

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Para Rodolfo Jannaccone Pazzi, alcalde liguista de Pavía desde el pasado año, el "paso de la protesta al Gobierno marca un momento muy delicado porque hizo necesario el surgimiento de nuevas capas profesionales competentes y con gran capacidad organizativa". Jannaccone Pazzi, de 53 años, es profesor de Economía Política en la universidad de la ciudad (90.000 habitantes, de ellos 20.000 estudiantes) y no había participado en militancia política alguna antes de entrar en la Liga Norte pocos meses antes de las municipales.

"Con ese fenómeno", declara Jannaccone Pazzi a este periódico, "se plantea un problema de adaptación entre una Liga que entra en la fase de consolidación que sucede a la del entusiasmo y la protesta. Esto puede plantear un problema de ajuste entre las dos almas de la Liga: la de su nucleo histórico -formado por Bossi-, la de la protesta, y las nuevas capas profesionales que deben gestionar y medirse con la complejidad de los problemas".

Paralelamente, la Liga se rejuvenece. El 30% de sus 42.460 afiliados con carné cuenta menos de 25 años. En Milán tienen dos concejales de 20 años que simultanean los plenos con los exámenes universitarios. "Por cada asistencia al pleno nos pagan unas 6.000 pesetas, una inversión poco lucrativa", bromea a este enviado uno de estos muchachos, Mateo Salvini. .

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Recuperar el territorio

Raimondo Fassa, 36 años, alcalde de Varese por la Liga Norte, declara: "Nuestras capas administrativas tienen mayor nivel cultural que las de la antigua clase política. El 30% están licenciados. Lo que no sabemos hacer, gracias a Dios, es la política de los años setenta-ochenta".

En líneas generales, esa nueva alma liguista no había estado nunca en la política. Habla de "recuperar la ciudad para que sus habitantes la consideren suya" (Jannaccone Pazzi) o "saber leer el territorio, recuperar la historia local, pero no en sentido arqueológico" (Raimondo Fassa). El alcalde de Varese indica que la Liga no tendrá futuro si se basa en la defensa de la etnia, pero sí lo tendrá si recupera las tradiciones históricas del lugar.

Coinciden en el federalismo y la necesidad de descentralización y reprochan a la antigua clase política el convertirse en profesionales de la mediación "que cobran sus servicios con largueza increíble", señala Fassa.

El mensaje de los dirigentes de la Liga va dirigido fundamentalmente al mundo de los empresarios medios y pequeños comerciantes, su base social. En los discursos hay contadas referencias a los problemas de la clase obrera y han tratado de enderezar su visión del problema meridional (en el norte hay una gran emigración del sur) que provocó acusaciones de racismo contra el movimiento de Bossi.

No todo es camino de rosas en la Liga Norte. El crecimiento ha provocado sus tensiones, sus divisiones y deserciones. El principal motivo de controversia hasta ahora lo ha provocado la alianza con Silvio Berlusconi y el tener que tragar con candidatos que consideran anclados en "la vieja política". Hay quienes apuntan que el financiero tiene captado ya a un buen número de cargos liguistas.

Para Guido Passalacqua, del diario La Repubblica, que ha seguido paso a paso el fenómeno liguista desde su nacimiento, Bossi no es el loco que pretenden algunos: "Sabe que Forza Italia, de Berlusconi, nació para destruir la Liga y en un rasgo de maquiavelismo prefiere pactar con ella. Ha hecho números y se ha quedado con el 70% de los colegios electorales en los que la Liga está mejor colocada".

Franco Basanini, del Partido Democrático de la Izquierda, que compite con Bossi en el colegio número 1 de Milán, piensa, por el contrario, que "Bossi se ha metido en el abrazo mortal de Berlusconi".

Para el dirigente ex comunista, "Berlusconi no piensa más que en su propio negocio, y con el apoyo de uno o de otro [de Bossi en el norte y de los ex fascistas en el sur] lograr la presidencia del Gobierno y desde ahí asegurar, por ejemplo, al consorcio Fiat-Fininvest [empresas de Agnelli y Berlusconi, respectivamente] la concesión del segundo sistema de telefonía móvil o asegurarse que Italia no introducirá una legislación liberal-democrática en materia de medios de comunicación que tutele el pluralismo y la competencia libre. En resumen, Berlusconi representa una concepción hiperliberal que presenta indudables peligros para la democracia por su concentración de poder económico, político e informativo".

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