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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Italia, en campaña

EL PASADO viernes comenzó en Italia la campaña electoral ante los comicios de los días 27 y 28 de marzo. ¿Se abre una nueva era con nuevas caras y partidos, nueva honradez y nuevos programas? ¿O tiende la evolución diaria de los acontecimientos a deslavazar el impulso democrático desencadenado por la investigación sobre la corrupción? ¿Fundación de la II República o más de lo mismo? Puede que la respuesta sea afirmativa en ambos casos.Las novedades son considerables. La primera, la disolución de la Democracia Cristiana, un gigante que ocupaba la mayor parte del espacio político; la antigua DC se presenta a las elecciones dividida en tres grupos bastante bien definidos, a derecha, en el centro y a izquierda. En segundo lugar, la aparición en escena de Silvio Berlusconi, el magnate de la comunicación, favorito de todos los sondeos y que, en todo caso, parece que será un componente decisivo de la nueva escena política italiana.

Los avances de Berlusconi han sido impresionantes. Hasta el pasado otoño, el gran favorito era el Partido Democrático de Izquierda (PDS), heredero del antiguo partido comunista. Receptáculo de todas las insatisfacciones, relativamente libre de corrupción, Achille Occhetto debería ganar. Desde hace unas semanas, sin embargo, la situación ha sido neutralizada por la alianza del movimiento Forza Italia de Berlusconi y las Ligas Lombardas de Bossi. A este bloque se han venido sumando la Alianza Nacional parafascista de Fini, democristianos de derecha, liberales y los radicales de Pannella. Este heterogéneo conglomerado obtendría, según los sondeos, la mayoría absoluta. El Polo Progresista (PDS, Refundación Socialista y otros grupos menores) se convertiría en fuerte oposición. Los populares del centro y los pactistas del rebelde de la DC, Segni, quedarían descolgados.

Berlusconi ha utilizado todas las armas de que dispone como patrón mediático: un mensaje sencillo, sin contenido político verdadero, propuestas o soluciones concretas, y mucha promesa. Las reglas de la campaña hacen ahora imposible la omnipresencia de Berlusconi en televisión. Esto debería reducir su popularidad a lo largo del mes que falta para los comicios y reequilibrar el panorama. Pero incluso si ganara, ¿sabe ya alguien qué propone Berlusconi para la Italia futura?

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