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La falta de control permitió importaciones masivas

La Administración centrista no hizo caso de signos de alarma que podrían haber prevenido la tragedia del síndrome tóxico. Particularmente, no se inquietó por el vertiginoso crecimiento de las importaciones de aceite de colza desnaturalizado desde Francia hechas por la empresa Rapsa, cuyo imposible destinatario era una industria siderúrgica en franco declive. Hasta -1979 no se introducían en España más allá de 500 toneladas de aceite de colza. Sólo Rapsa -importadora del 75%, y cuyos dueños fueron condenados en 1989- pasó de 345.000 kilos en 1979 a 737.000 en 1980. Rapsa, en el primer cuatrimestre de 1981, ya había importado 432.000 kilos.José Guillo Fernández, de 58 años, entonces director general de Competencia y Consumo, de Economía, alarmado por tal incremento, ordenó investigar en marzo de 1980 a Rapsa en Euskadi. La inspección duró 55 minutos, y se limitó a comprobar la contabilidad, que se reveló ajustada a ley. Su subordinado Federico Povedano Alonso, de 62 años, jefe de la sección de importación de productos agrícolas y transformados, tenía orden de prestar "atención preferente" a las licencias de importación de ese aceite. Ante una petición récord para importar 68.000 kilos de colza desnaturalizada con anilina en marzo de 1980, Guillo llamó a Rapsa para que explicara su inusitada demanda, justificada por el encarecimiento de los otros aceites industriales. El 1 de diciembre era autorizada tal importación.

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Altos cargos de la Administración facilitaron que el aceite de colza tóxico se vendiera a los consumidores

Nadie comprobó el destino real de tales partidas. De haberlo hecho, Povedano habría averiguado un singular cliente que le ocultaba Rapsa: Enrique Salomó, titular de Productos Químicos Salomó, y que comercializaba aceite comestible. Rapsa realizó unas veinte entregas de colza a Salomó entre noviembre de 1980 y mayo de 1981, hasta rondar las 400 toneladas, cifra inusitada para un destinatario ajeno a la industria siderúrgica.

La guinda del descontrol se produjo el 15 de diciembre de 1980. Povedano estampó su firma en la autorización a Rapsa para importar la cifra récord de 207.000 kilos. Curiosamente, el importador dejó sin rellenar en la licencia la casilla 41, destinada precisamente a consignar "las adjudicaciones anteriores y el estado de realización de las operaciones". Tal omisión impidió descubrir que su nivel de consumo superaba las 400 toneladas anuales que reseñaba oficialmente en la casilla 31.

Un auto del juez Bueren remacha tal desidia: "Las actuaciones que llevaron a cabo antes de mayo de 1981 se consideran insuficientes y resultaron ineficaces para detectar el desvío ilícito al consumo de aceite de colza, crudo o refinado, desnaturalizado, cuya importación el primero autorizaba [Guillo] y el segundo [Povedano] se abstuvo de comprobar la veracidad de lo manifestado por los representantes de Rapsa, de aclarar el porqué del aumento de sus importaciones, y pudiendo hacer seguimiento del destino real del aceite tóxico, a veces refinado, que importaban después de diciembre de 1980".

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