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EL LICEO, EN RUINAS

Un mando de los bomberos asegura que el aviso de incendio llegó tarde

Àngels Piñol

La hipótesis de que el aviso a los bomberos llegó demasiado tarde cobra fuerza. Un mando de los bomberos de Barcelona aseguró ayer que el primer aviso fue recibido a las 11.03 -la llamada procedía del exterior del teatro- y un vehículo llegó al acceso del teatro por la calle de Sant Pau a las 11.06. "Cuando llegamos, la platea estaba envuelta en llamas", señaló el citado mando de los bomberos, visiblemente molesto. "Pondré un ejemplo: un día presencié un accidente y había una persona malherida tendida en el suelo. La gente gritaba: "Una ambulancia, una ambulancia". Y yo pregunté "¿Pero alguien la ha avisado ya?". Nadie lo había hecho". El Ayuntamiento, oficialmente, sostiene que el personal del teatro fue quien dio la primera alarma a las 11.09 minutos. Sin embargo, otras fuentes municipales corroboran la versión del mando de bomberos.El incendio en el Liceo se inició cuando, paradójicamente, se estaba reparando su sistema antiincendios. El soldador Carmelo Poza, de 40 años, de la empresa Lázaro, SL -situada en el polígono industrial de la población de Palau de Plegamans (Barcelona)-, se encontraba en una cabina, a varios metros de altura, sellando una pestaña de la pared antiincendios que separa el escenario de la sala Mestres Cabanes cuando se originó la catástrofe.

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"Las puertas estallaron y una fuerte corriente de aire nos tiro al suelo"

Poza declaró a los inspectores del grupo de delincuencia económica de la policía de Barcelona que ignoraba si desencadenó el siniestro, ya que llevaba sobre el rostro una careta con filtro especial que únicamente le permitía fijar la vista en el punto de fusión. No pudo, pues, llegar a ver las chispas, pero sí que oyó cómo, desde el suelo, le gritaban: "¡Baja, baja, que esto está ardiendo!". Desde el techo, cayó una lluvia de pedazos de tela envueltos en llamas,

En el suelo, un segundo soldador y tres empleados del teatro, estos últimos con extintores en las manos, hacían esfuerzos inútiles para sofocar el fuego. Los operarios abrieron las tomas de agua -que tenían menos presión de la debida- y extendieron las mangueras. Todo apunta a que quisieron apagar el siniestro ellos mismos. "Es posible que tardaran demasiado en dar la alarma a los bomberos, pero la virulencia de las llamas era tan impresionante que poco se podía hacer", señaló un cargo policial.

Fortuito

La policía está casi convencida de que el incendio fue fortuito, por lo que descarta, salvo que surjan otros datos, que fuera provocado. "No hay que olvidar que el fuego prendió a varios metros de altura. Las especulaciones podrían surgir si se hubiese originado desde el suelo", señalaron fuentes policiales.Los bomberos prohibieron ayer, por razones de seguridad, que los policías realizaran la inspección ocular: la platea era todavía una gigantesca montaña de brasas, parte de una de las paredes del teatro se desprendió.

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