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Entrevista:Samuel P. Huntington | Director del Instituto Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard

"Fue un error garrafal que se suspendieran las elecciones en Argelia"

No se conocieron, pero seguro que a Francisco Fernández Ordóñez le hubiera encantado saber que, 16 meses después de su muerte, el primer gran acto de homenaje a su memoria iba a correr a cargo de un personaje como Samuel P. Huntington. El profesor estadounidense, de 66 años, experto en estrategia, es en estos momentos un intelectual altamente polémico. La culpa la tiene su teoría, contestada por muchos, de que, una vez enterrada la guerra fría, las civilizaciones serán los verdaderos contendientes de futuros conflictos. Huntington fue anoche el orador invitado en la I Conferencia Francisco Fernández Ordóñez, una iniciativa de Argentaria en honor del anterior ministro de Asuntos Exteriores.

Pregunta. La guerra fría, en su opinión, está siendo sustituida por lo que usted llama el paradigma de las civilizaciones.

Respuesta. Así es. Durante la guerra fría entendíamos que el mundo estaba dividido en tres bloques: el mundo libre, el mundo comunista y el Tercer Mundo. Esta división ha perdido todo su sentido. Creo que ahora lo importante son las civilizaciones, grupos de naciones que comparten experiencias comunes, una cultura común, a veces una lengua común y, casi siempre, una religión común. Ellas serán la principal fuente de conflictos y de cooperación.

P. ¿Qué entiende por civilización?

R. El ente cultural más amplio con el que puede identificarse una persona.

P. La fe, la familia, la sangre y las creencias serían, pues, sus ingredientes principales. Siempre ha sido así, ¿no?

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R. Hay otros dos factores que han dividido a la gente en la historia más reciente: Los temas económicos y, sobre todo, las ideologías políticas. La historia del siglo XX ha sido fundamentalmente una de enfrentamientos ideológicos. Pero esto se ha acabado, al menos por ahora.

P. ¿Yugoslavia podría ser un ejemplo?

R. Sí, y un ejemplo muy dramático. Una vez que su unidad ideológica se rompe, una vez que desaparece el comunismo., emergen las diferencias entre los serbios ortodoxos, los croatas católicos y los bosnios musulmanes.

P. ¿Cuáles son las principales civilizaciones?

R. Occidental, confuciana, japonesa, hindú, eslavo-ortodoxa, latinoamericana, africana e islámica. Dentro de cada una, a su vez, hay subcivilizaciones.

P. ¿En qué se diferencia América Latina de Occidente?

R. Algunos latinoamericanos están encantados de que se les considere una civilización aparte y otros piensan que forman parte de Occidente. Quizá acaben fundiéndose. Pero hasta ahora han tenido una historia y una cultura distintas: totalitarismo, corporativismo, inestabilidad política, subdesarrollo. Es cierto que todo esto está cambiando con los procesos de democratización y desarrollo económico. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) es el mejor ejemplo. México ha decidido dejar de ser un país suramericano para convertirse en un país norteamericano.

P. ¿Cómo definiría Occidente?

R. Los pueblos de Europa y América del Norte con una historia común que se remonta a más de un milenio en términos de cristiandad, feudalismo, reforma, experiencias democráticas, revolución industrial...

P. ¿Hasta qué punto la modernización y consecuente democratización de los países islámicos constituye un peligro para Occidente?

R. No lo es. Debemos apoyar esos procesos. Creo que fue un error garrafal que los militares argelinos suspendieran la segunda vuelta electoral en Argelia por temor a una victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS). Lo único que ha provocado es una radicalización del movimiento fundamentalista y el surgimiento de grupos mucho más extremistas que se dedican a asesinar a intelectuales argelinos y a extranjeros.

P. ¿Qué se debería haber hecho?

R. Sin duda, mantener el proceso electoral y permitir que el FIS hubiera llegado al poder. Habría sido la primera vez que los fundamentalistas habrían accedido al Gobierno mediante elecciones. Existían grandes posibilidades de que hubieran actuado de forma muy distinta a como lo han hecho en Irán, dónde llegaron al poder mediante una revolución, o en Sudán, dónde lo hicieron a través de un golpe de Estado. Quizá hubieran respetado los procesos electorales.

P. Pero no había garantías.

R. No, sólo probabilidades. Después de todo, es cierto que Hitler llegó al poder a través de las urnas. Pero, sin duda, todo Gobierno argelino, sea el que sea, siempre estará interesado en mantener los lazos con Occidente, en recibir inversiones y ayuda económica.

P. ¿Y qué hubiera ocurrido si el Gobierno del FIS hubiera impuesto una rígida ortodoxia islámica y violado los derechos humanos?

R. Pues que el Ejército seguiría estando allí y hubiera podido intervenir. Es lo que yo denomino la opción Pinochet.

P. En Europa se tiene la impresión de que el verdadero peligro, una vez caído el muro de Berlín, viene del Sur.

R. Es cierto, pero lo importante es cómo se encara ese peligro. Y Argelia no es el mejor ejemplo. En cualquier movimiento fundamentalista siempre hay unos más moderados y otros más radicales. Y si se les permite participar en procesos electorales y llegar al poder siempre serán los moderados los que se impondrán. Si se suspenden las elecciones, serán los radicales los que saldrán reforzados y los que se colocarán al frente del movimiento, los que enarbolarán la violencia y el terrorismo.

P. Nunca dos democracias han ido a la guerra. ¿Cree que lo harán en el futuro?

R No, pienso que no ocurrirá, incluso si pertenecen a distintas civilizaciones.

P. Y Rusia, ¿a qué civilización pertenece?

R. Evidentemente, el futuro de Rusia es muy incierto. Es un país desgarrado, ya que sus habitantes y sus gobernantes están divididos sobre si deben pertenecer a Occidente o seguir un camino propio hacia un destino y una identidad independientes. Y eso es precisamente lo que separa a Borís Yeltsin de VIadímir Zhirinovski. Como se ha comprobado en las elecciones, el sentimiento nacionalista y el orgullo eslavo-ortodoxo cuentan con un fuerte apoyo.

P. ¿Y hacia dónde acabarán inclinándose?

R. A la larga creo que el proceso de cambio en Rusia les acercará a Occidente. La población que apoya a Zhirinovski es la de más edad. Los jóvenes están con Yeltsin y miran hacia Occidente.

P. Justo lo contrario que en los países islámicos.

R. Sí, y es por eso por lo que el islam encierra un mayor potencial conflictivo.

P. ¿Hasta qué punto está debilitándose el poder de Occidente?

R. Sin duda, tras el desmoronamiento de la URSS, Occidente se encuentra en una excelente situación desde el punto de vista político, económico y militar. Pero no creo que esta hegemonía dure mucho. Empieza a decaer. No hay más que ver el tremendo desarrollo económico en Asia oriental, primero en Japón, seguido de los cuatro tigres (Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur), así como en Tailandia e Indonesia. Y, sobre todo, China, con el espectacular crecimiento de su economía.

P. ¿Y ello adónde lleva?

R. Inevitablemente, China se convertirá en una gran potencia, muy bien dotada militarmente.

P. Manfred Woerner, secretario general de la OTAN, cree que aun cuando los peligros son menores, como es el de una guerra nuclear, la posibilidad de que estallen conflictos es mayor.

R. Sin duda. Especialmente en lo que se refiere al posible uso de armas nucleares por parte de países tales como Corea del Norte, Irán, quizá Argelia, Irak, India, Pakistán... Es por ello por lo que la política exterior de Estados Unidos se está concentrando en frenar la proliferación de armas nucleares.

El polémico artículo de Samuel P. Huntington The clash of civilizations se publicó en Foreign Affairs en verano, siendo contestado por diversos autores en el número de septiembre / octubre. La respuesta a sus críticos acaba de aparecer en el número de noviembre / diciembre.

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