10 años esperando justicia
La familia del policía Castán exige el juicio a los agentes acusados de su muerte
Acaban de cumplirse 10 años y el asunto sigue sin aclararse. La lentitud judicial es evidente en el caso de José Manuel Castán Belmonte, de 34 años, policía nacional en excedencia. Castán fue detenido el 1 de diciembre de 1983 en un confuso incidente en una discoteca de Madrid y recibió una paliza en la Brigada Judicial, presuntamente a manos de los inspectores Amador Miralpeix y José Manuel Ortiz Prieto. 100 días después, falleció. Su familia cree que es evidente la relación entre su muerte y los malos tratos. Los dos agentes implicados siguen en activo porque "no hay ninguna sentencia contra ellos", según la dirección de la Policía. Todavía no se ha fijado la fecha del juicio.Castán estaba en excedencia en la policía y trabajaba en el Banco Santander, cuando aquella noche de diciembre fue a tomar una copa a la discoteca Olimpo, en la calle de Cipriano Sancho, de Madrid. Allí coincidió con los inspectores Miralpeix y Ortiz, que le fueron presentados por otra persona. Parece que Castán les preguntó a ambos dónde estaban destinados y que éstos, a su vez, le pidieron que se identificara. A partir de ese momento, las versiones difieren notablemente.
Miralpeix y Ortiz sostienen que Castán se negó a identificarse e insultó a la policía. Ante esta actitud, según ellos, procedieron a detenerle y, como se resistió, tuvieron que emplear la fuerza para meterle en un coche en que le trasladaron a las dependencias policiales de la Puerta del Sol. Siempre han negado haber maltratado al detenido.
Castán, sin embargo, relató a su familia que los dos inspectores le agredieron brutalmente ya en el coche y que en la brigada fue esposado a un radiador y recibió una lluvia de golpes, parte de ellos con una fusta rematada con una bola de acero. Al día siguiente, tuvo que ser hospitalizado con "traumatismo craneoencefálico con fractura del tercio inferior de la cara; triple fractura de mandíbula; contusiones múltiples; miocardiopatía hipertrófica obstructiva con fibrilación auricular; edema agudo de pulmón; bronconeumonía e infección urinaria". Tuvo que permanecer ingresado durante una semana.
El médico forense estimó que las lesiones de Castán tardarían en curar 135 días. Pero falleció un mes antes de que se cumpliera ese plazo. El 14 de marzo de 1984, el policía en excedencia fue a declarar ante el capitán jurídico de la policía y 10 minutos después de salir del despacho murió en brazos de su hermana, María del Carmen, que le había acompañado a realizar ese trámite, al no poder hacerlo su esposa, María del Carmen Molina. "Al llegar a la carrera de San Jerónimo, perdió el conocimiento y falleció", recuerda la hermana con tristeza. Ambas mujeres llevan 10 años luchando, casi en solitario, para "que se haga justicia".
La defensa de Miralpeix y Ortiz sostiene que Castán falleció por una enfermedad cardiaca. Pero Jaime Sanz de Bremond, el abogado que representa a la familia del fallecido, imputa a los dos inspectores un delito de "tortura con resultado de muerte". El letrado va a intentar demostrar que hay relación causa-efecto entre la muerte de Castán y la paliza que sufrió. "Que hubo tortura es muy fácil de probar", dice la hermana de la víctima.
"La vista del juicio se está demorando mucho más de lo debido", se queja Sanz de Bremond. El letrado está pendiente de que la Audiencia fije la fecha para su celebración y estima que esto no ocurrirá antes de marzo.
Mientras, los dos encausados siguen trabajando en la Jefatura Superior de Policía de Madrid, aunque durante tres años estuvieron suspendidos de funciones cautelarmente. Ante la lentitud de la Justicia, Interior ha decidido reintegrarlos al servicio "porque no hay sentencia contra ellos", según un portavoz.
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