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"Los Adams no son monstruos", dice el director Sonnenfeld

El realizador de cine presenta en España la segunda parte de una saga del humor negro

Guillermo Altares

Politically correct es una expresión estadounidense que define lo que la sociedad permite decir y lo que no. El director de la saga de La familia Adams, Barry Sonnenfeld, ha pretendido enfrentarse precisamente a esto. "Creo que ésa es la clave del éxito de los Adams: representan cosas que nos gustaría decir pero no nos atrevemos. Eso es para mí el humor negro", aseguró el realizador, que ha pasado por España para presentar la segunda parte de la saga: La tradición continúa, que se estrenará el 22 de diciembre.

En La familia Adams: La tradición continúa, los Adams tienen un bebé, colocan a los niños en un campamento de verano y de nuevo Fétido se la juega: se casa con una psicópata asesina. A pesar de que Barry Sonnenfeld aseguró que no rodaría una segunda parte, al final se decidió. "No me gustó el guión de la primera película, que sólo era una sucesión de chistes. El guionista de la segunda, Paul Rudnbick, escribió una historia muy superior, más divertida, más política, que se ríe de la clase media americana, de lo que es politically correct".Como en La parada de los monstruos, el clásico de Tod Browning, el juego está en que los espectadores no sepan quiénes son los monstruos y quiénes los normales. "La gente que mira a los Adams como monstruos se equivoca, porque son absolutamente normales. Tienen más valores éticos que el resto, su familia representa el afecto".

Los niños que se electrocutaban mutuamente en la primera parte son despachados en la segunda a un campamento de verano, donde hay que ser alto, rubio y guapo para triunfar. Según Sonnenfeld, ocurre lo mismo en Estados Unidos. "Tener los ojos azules, ser rubio y tener buena planta es fundamental, porque si no se pasa muy mal en la sociedad estadounidense".

La familia Adams fue su bautizo de fuego en la dirección, ya que Sonnenfeld era director de fotografía. Y no fue precisamente un paseo. "Cuando hicimos la primera película no fue nada divertido, más bien resultó muy deprimente. Nos salimos del presupuesto, el estudio estaba al borde de la bancarrota, no teníamos dinero ni para pintar los decorados. Fue terrible".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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