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Entrevista:

"Hay pocos buenos papeles para mujeres"

Su paso por el cine ha sido poco notable y menos frecuente de lo que cabía esperar. A sus 43 años, Cybill Sheperd, protagonista de la serie de televisión Luz de luna, afirma que en cine escasean los buenos papeles para mujeres y se los disputan actrices jóvenes e inteligentes.

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Mujer de fuerte osamenta y alta estatura -siempre lleva zapato plano-, Cybill Sheperd posee una nada lánguida belleza sureña, un cerebro muy bien amueblado, una lengua cortante y rotunda seguridad en sí misma. Al entrar en la suite donde concedió la entrevista le pregunté si su aplomo era de nacimiento o lo había adquirido viviendo. "Viviendo, encanto", respondió, y me lo creo, porque la suya no ha sido una carrera fácil. Si hubiera nacido unas décadas antes, habría podido interpretar papeles en la línea de Carole Lombard -con Katharine Hepburn y Lillian Gish, una de sus actrices preferidas- o convertirse en una rubia de Hitchcock. No fue así, y aparte de sus interpretaciones para Peter Bodganovich (que la descubrió en 1971 y le dio un papel en The last picture show), Martin Scorsese (Taxi driver) y Woody Allen (Alice), sus películas han sido poco notables y menos frecuentes de lo que cabría esperar.

Pregunta. Usted empezó como cantante. ¿Qué la hizo pasarse al cine?

Respuesta. En realidad, mi primer trabajo en el mundo del espectáculo fue como modelo. Un agente de Nueva York vino a Memphis y me ofreció que me fuera con él, y le rechacé. Pero al año siguiente insistió. Yo le dije que lo que quería era ir a París a estudiar arte, y él replicó que estaría más cerca de París en Nueva York que en Memphis. Y acepté. Pero he olvidado cuál era la pregunta... [Después de repetírsela]. ¿Sabe que yo estudié tres años para cantante de ópera? Lo dejé cuando vi que la gente se reía al ponerme a interpretar un aria. Me costó 10 años olvidar lo que había aprendido allí. Luego dejé de cantar para ser modelo, y un año más tarde Bodganovich me vio en la portada de una revista y consideró que allí había una escena de cine.

P. Veinte años más tarde todos ustedes revisitaron la escenade The last picture show para rodar Texasville. ¿Qué relación mantiene en la actualidad con Peter Bodganovich?

R. Peter es uno de los grandes del cine norteamericano y me encanta trabajar con él. Fue la primera persona creativa que me trató como a un igual. Durante la evolución de nuestra relación él me ha apoyado en toda mi carrera, y ahora somos muy amigos. Y en todos los primeros pasos siempre estaba Peter detrás diciéndome que podía hacerlo.

P. A través de él conoció a Orson Welles.

R. Sí, Peter era lo más parecido a un hijo suyo. Verá, Orson era un personaje extraordinario, el más encantador y el más cruel, el más tortuoso y el más atractivo, el más lleno de talento y, al mismo tiempo, capaz de dilapidarlo absurdamente. A mí me enseñó a hablar en los talk shows, lo que resultó de lo más eficaz para mi carrera, y a empezar en el teatro, recomendándome que me rodara actuando en todos los escenarios, excepto en Nueva York y Los Ángeles. A Peter eso no le gustó porque implicaba que íbamos a estar separados mucho tiempo.

P. Cuénteme algo de su experiencia con Woody Allen en Alice.

R. Woody llega al plató, dice: "Hola, qué tal estáis" [según Sidney Pollack, ni siquiera eso], e inmediatamente grita: "¡Acción!". Y nada más hasta que dice: "¡Corten!".

P. ¿Por qué televisión?

R. Porque en cine hay muy pocos buenos papeles para mujeres y demasiadas actrices jóvenes e inteligentes que se los disputan. En este momento es la televisión la que ofrece mayores oportunidades [después del éxito de Luz de luna, Sheperd protagoniza la serie Stormy wheather, en donde también interpreta el papel de una detective, pero esta vez experta en káratel.

P. Corrió la voz, tal vez propagada por Willis, de que tiene usted muy mal carácter.

R. Oli, eso es debido a mi papel. Lo hice tan bien que se lo creyeron.

P. Pero a raíz de Luz de luna Willis tuvo éxitos cinernatográficos y usted no.

R. Mire, el 85% de los papeles del cine los acaparan los hombres. Es normal que hasta Bruce consiguiera agarrar algo.

P. ¿Por qué no siguió en la serie?

R. Tengo tres hijas: Clementine, que ha venido conmigo al festival, y las pequeñas, que son gemelas. Cuando empecé Luz de luna, la mayor tenía cinco años. La siguiente vez que me volví para mirarla había cumplido nueve, y yo no había estado allí. No quiero envejecer haciendo ese papel; es más, ya soy demasiado mayor para hacerlo.

P. ¿Habría preferido actuar en los años treinta o cuarenta, cuando había buenos guiones para mujeres y actrices como usted?

R. Sí, es una de las razones definitivas por las que lamento no haber podido hacer cine en esa época, cuando había tal cantidad de mujeres con papeles tan poderosos y energéticos. En cambio, ahora, los papeles son principalmente masculinos, e incluso se sigue la ley del revólver: cuanto más grande, más famoso es el actor.

P. Lo que no impide que los personajes masculinos sean banales.

R. Sí, todo se reduce a pistolas enormes y un montón de explosiones. Por eso resulta tan sorprendente que una película como Un abril encantado haga mucho dinero siendo sólo una película con una historia estupenda y muchas mujeres dentro. Me gusta, y también Como agua para chocolate, que es una de mis películas favoritas de todos los tiempos.

P. ¿Qué tal su experiencia como productora?

R. Comprenderá que decidí dirigir y coescribir el guión de Memphis para darme a mí misma un buen papel, pero hacer un película en Estados Unidos, sobre todo durante los ochenta, es casi un milagro. Me tomó diez años. Al principio, el autor de la novela [September, september, de Shelby Foote] me dijo que yo era demasiado joven para hacer el personaje; cuando al fin pudimos rodarla, opinó que era demasiado vieja. Pero recuperé el dinero que invertí.

Una muestra del cortante humor de Sheperd. En la conferencia de prensa que ofreció a su llegada al Festival de Cine de San Sebastián, alguien le preguntó si había notado en Elaine May, que la dirigió en El rompecorazones, algo que la diferenciara de los directores masculinos. "Es el único director que conozco al que se le congelaron los pies durante un rodaje. Supongo que se trata de una característica típicamente femenina".

Le pregunté al despedirme si da miedo a los hombres. "Conoce usted perfectamente la respuesta", dijo mirándome a los ojos.

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