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Sin tendón de Aquiles

Miguel Induráin, excepción a la irregularidad de los ciclistas de ahora

Carlos Arribas

Una contractura, una pájara y algún que otro pequeño desfallecimiento, junto a algún catarro, son las únicas novedades en los partes médicos referentes a la salud de Miguel Induráin en los últimos años. Una nonada comparado con lo que les ha sucedido a sus compañeros de generación -el histórico curso de 1964-: ni Bugno, ni Breukink, ni Alcalá han respondido a las expectativas y, además, han sido incapaces de una continuidad como la del corredor navarro. Sus temporadas han sufrido altibajos y, junto' a años excepcionales -normalmente los de su presentación entre la élite-, han tenido años de vacío completo, con abandonos y lesiones. Incluso esta última temporada, fijándonos en el Tour, se han visto superados por una nueva hornada, no tanto los más jóvenes como los longevos (Pedro Delgado) o los de crecimiento retardado (Rominger, Jaskula o Rijs). Y siempre detrás de Induráin, el único estable en la élite.Estos datos abonan la tesis de Sabino Padilla, médico del Banesto: "La gente que de joven no tenga demasiadas responsabilidades dura más". En el caso de Miguel Induráin se personaliza en un conjunto de circunstancias: "Su propia constitución, la asunción de cargas de trabajo progresivas, la maduración sin crónica de los elementos muscular y tendinoso, y los fisiológicos, como el corazón, los pulmones... ". Dicho en metáfora: "Ha madurado en el árbol, sin obligación de sacarlo al mercado antes de tiempo". Induráin ha nacido con unas facultades poco usuales, pero otros han podido nacer igual y, sin embargo, han abusado de su calidad.

Aunque la capacidad atlética de los ciclistas haya aumentado, ha crecido más, comparativamente, el rendimiento. "Han aumentado más las cargas de trabajo, tanto en volumen -número de kilómetros- como en intensidad, que el nivel atlético". En los tiempos de Merckx, las medias eran muy bajas. En los años noventa han mejorado las carreteras o los medios técnicos, lo que ha servido para mejorar un poco las velocidades que se alcanzan en bicicleta, pero también los ciclistas mueven desarrollos más grandes -un 53/14, ahora habitual en las pruebas por etapas, antes se utilizaba sólo en las contrarreloj- y gran número de ciclistas alcanzan velocidades en las contrarreloj -48 0 50 kilómetros por hora- antes reservadas a una minoría.

"El trabajo en intensidad necesita más tiempo de recuperación, que a veces no se da", señala Padilla. "Además, ha aumentado el número de kilómetros en las etapas contrarreloj, tanto individuales como por equipos. La gente se vacía más".

La lesión de moda en el ciclismo es la tendinitis, inflamación de los tendones. Es una lesión cuyos factores son difíciles de delimitar. La razón fundamental es una excesiva carga de trabajo y la repetición de un mismo gesto erróneo, forzado, por ejemplo, por anomalías biomecánicas del corredor, que se reflejan en la forma de pedalear por ejemplo. También tiene su parte de culpa el nuevo tipo de fijación de los pedales. "Son más conflictivos. Aumentan el rendimiento, pero no dejan un gesto libre al corredor, tienen poca movilidad", señala Padilla.

Otra moda que también tiene su lado negativo es la nueva postura que se adopta en las contrarreloj para pedalear en las cabras (bicicletas con cuadro inclinado). "Son posturas forzadas por una búsqueda del máximo rendimiento, pero no son cómodas en el sentido de que son antinaturales, forzadas, no fisiológicas y maltratan el cuerpo".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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