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¿Sirven para algo los gastos en publicidad?

Podría resultar paradójico, aunque no casual, que Tim Bell, asesor publicitario de los conservadores británicos y la señora Thatcher, tuviera prohibido hablar de política y que Mitterrand dijera de Jacques Séguéla que nunca había visto un tío tan listo y que menos supiera de política.Tim Bell y Jacques Séguéla, renombrados profesionales de la publicidad, eran a la vez propietarios de las agencias y veían en su ayuda a los partidos políticos una excelente oportunidad para incrementar su fama y las cuentas de resultados, a diferencia de los creativos brillantes, que normalmente pasan de política.

En EEUU se estima que en los años ochenta las campañas costaban alrededor de los mil millones de dólares, que en su mayor parte se dedicaban a la compra de espacios de televisión; en Inglaterra, al igual que en nuestro país, no está permitida la compra, pero desde 1970 se utilizaron los espacios gratuitos para hacer publicidad creativa.

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No nos parece aventurado afirmar que en España lo que se hace es más propaganda electoral que publicidad política en sentido estricto. ¿No son, salvo excepciones,las expresiones formuladas en los distintos medios, vallas, prensa, mailing, etcétera, una fiel y literal repetición de los conceptos vertidos en los mítines, en las apariciones de cierre de campaña?

Pensamos que sería bueno que, a imitación inglesa, sin entrar, por supuesto, en el excesivo dispendio de los ricos candidatos americanos, en próximas campañas se utilizara la publicidad creativa en los espacios gratuitos cedidos por televisión.

¿No suele decirse, a nuestro juicio con excesiva seguridad, que un político se vende como una marca de cerveza? Pues vendámoslo, pero de verdad.

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Por otra parte, en la larga, reiterativa y fatigosa carrera hasta el día D, ¿no supondría la publicidad creativa un componente fresco, más excitante, y por qué no, más divertido?

¿Sirve para algo la publicidad política? Los dos mil millones que se gastarán los partidos líderes en measure media, ¿merecerán la pena? ¿Estarán de verdad bien empleados?

Con independencia de que estas cifras permiten un margen de maniobra suficiente para saturar los medios, resulta incontestable la eficacia de la propaganda y la publicidad política. Se necesita crear empatía entre los militantes y seguidores, gratificar a los votantes convencidos, propiciar la participación...

Respecto a los no convencidos e indecisos, ¿funciona para ellos la publicidad política? "Por supuesto que sí. Alguna funciona, algunas veces", dice Barry Day, publicitario inglés, importador en Inglaterra de la publicidad creativa en televisión.

Desde luego, la historia cuenta que quien la utilizó una vez no ha dejado de hacerlo nunca.

, profesional de la publicidad, ha trabajado para las campañas de distintos partidos.

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