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La ratificación de Maastricht acelera la constitución del Instituto Monetario

Lluís Bassets

La reunión de Kolding este fin de semana, que ha congregado a los ministros de Economía y a los gobernadores de los bancos centrales de los Doce no tuvo conclusiones prácticas, como es habitual en los consejos informales. Pero no hay duda de que supone el pistoletazo de salida para el Instituto Monetario Europeo (IEM), la institución que deberá presidir la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM) para convertirse luego, en 1997 si está todo a punto, y si no en 1999, en el banco central europeo.

El presidente de la Comisión, Jacques Delors, y varios asistentes más, entre ellos el ministro español, Carlos Solchaga, pidieron que el Consejo Europeo de Copenhague, que se reunirá los días 21 y 22 de junio, designe la ciudad y nombre del máximo responsable de la institución.Esta doble decisión está destinada a suscitar una nueva batalla entre los socios europeos. En primer lugar, porque algunos países no ven la necesidad de apretar el acelerador de la aplicación del Tratado de Maastricht, a pesar de que su ratificación por los Comunes obliga a empezar la segunda fase el 1 de enero de 1996, con la instalación del IEM. Otros, en cambio, quieren darse toda la prisa posible: es el caso de Bélgica, que presidirá el Consejo de Ministros de la CE a partir del 1 de junio.

La batalla seria se producirá, en cualquier caso, en tomo a la ciudad sede del IME y el nombre de su presidente. Sobre la ciudad, los mejores números de esta lotería están en manos de Alemania, que exige la sede como contrapartida a la futura desaparición del marco. Respecto al nombre, una cosa está clara: saldrá del grupo selecto de personas que se reunió en Kolding el viernes y el sábado o de unos pocos más.

No podrá ser alemán, por un juego de compensaciones. Ni británico, por la deserción de la libra del SME. Ni francés, por exceso de cupo: Jacques Attali está en el BERD y Michel Camdessus en el FMI. El resto son especulaciones. Solchaga realizó el sábado una intervención brillante y llena de sugerencias, al decir de alguno de los asistentes, que no sabía en qué clave interpretarla: ¿despedida, candidatura o ambas cosas?

Una vez elegida ciudad y presidente, el IME deberá empezar a trabajar, en condiciones no muy buenas respecto a la credibilidad del calendario de la UEM. Y ésta es la otra cuestión que se plantea: ¿vale la pena darse prisas para crear una nueva institución, cuando el SME está todavía hecho unos zorros? La polémica sobre el aligeramiento del calendario de la UEM o de los criterios de convergencia no es en absoluto ajena a la creación del núcleo del futuro banco central. Ya empieza a haber partidarios de posponer la segunda fase de la UEM, en vista de las dificultades ocasionadas por las turbulencias monetarias y por la recesión.

Moneda única

Los representantes alemanes, en concreto, quieren mantener rígidos los actuales números de los criterios de convergencia económica (3% de déficit y 60% de deuda en relación al PIB, además de convergencia de tipos y de inflación), imprescindibles para la tercera fase de creación de la moneda única, y alargar en cambio el calendario a más allá del 2000, en vez de 1999 como fecha conminativa para la unión.

La tendencia de los países menos, cumplidores como España es flexibilizar los criterios, aunque Solchaga rechazó cualquier posibilidad de entrar en estas cuestiones mientras no esté ratificado el Tratado y bien claro el futuro de los programas de convergencia. El francés, Edmond Alphandéry, por su parte, aseguró que la flexibilidad de los criterios está contemplada dentro mismo del Tratado por lo que no hay que cambiar nada.

El hecho destacado, en cualquier caso, es que el debate está abierto de par en par, a pesar de que muchos muestren sus reticencias a reconocerlo. Y no es casualidad que el consejo de ministros que más a fondo ha entrado en el último año en la situación del SME y en el horizonte de la UEM, haya tratado también del paro.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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