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La mujer de Poli Díaz se tira por la ventana tras una discusión conyugal

Él volvió tarde del bar y hubo bronca en casa. Ella acabó tirándose por la ventana del piso. Era un primero y, amén de los cardenales, no hubo otro daño que una maceta de la vecina rota... y el escándalo: él es el boxeador Policarpio Díaz, Poli, y ella, su esposa, la portuguesa María Rodríguez, de 26 años. Ocurrió sobre las dos de lamadrugada del jueves en el domicilio conyugal, en Vallecas. La policía no ve indicios criminales. "Fue un intento de suicidio" dice.

"Poli estuvo normal en el bar hasta que cerramos, sobre la una menos cuarto. María estaría viendo la televisión en casa y luego se cayó por las escaleras o algo así. Los dos se llevan bien", afirmaba ayer un amigo del boxeador, Roberto Bueno.No era el único que daba una versión suave de lo ocurrido: Poli, de 25 años y ex campeón de Europa del peso ligero, sigue siendo un héroe en el barrio. Aunque, su carrera haya ido en picado, aunque el año pasado fuera detenido en dos ocasiones por conducción temeraria y agresión a un agente.

El púgil cruzó la calle y subió a su casa, el primero A de Puerto del Monasterio, 16. Según la policía, que no ha llamado a declarar al boxeador, hubo una bronca conyugal y la mujer decidió saltar por la única ventana sin rejas, la del patio, situada a unos tres metros de altura. "Fue un golpe tremendo, me despertó" explicó una vecina. La madre del boxeador, sin embargo, aseguraba que su nuera se cayó al patio "cuando estaba tendiendo la ropa". A las dos menos diez de la madrugada llegó una ambulancia del Samur. "La mujer decía que se había tirado 'porque le dio por ahí'. Poli Díaz no se separaba de ella y hasta se hizo cortes en un pie al bajar a recogerla", explicaron fuentes del Samur.

Policontusiones

María, que presentaba cuadro histérico, fue llevada al hospital Gregorio Marañón. Fue dada de alta media hora después con un diagnóstico de policontusiones y un volante para el psiquiatra de su ambulatorio.Roberto asegura que Poli iba sobrio anteanoche. "Siempre bebe fanta de naranja y pocas veces con un chupito de alcohol". Lleva una vida desordenada, no entrena y está fuera de peso. "Tiene millones para aburrirse, así que es lógico que se dé buena vida. Cuando vuelva al ring no habrá quien le toque la cara", justifica. El púgil vendió muchos cartones para comprar los primeros guantes.

'Pegarle el Poli a su mujer? ¡Qué va! En todo caso, sería ella la que le pegara a él", dice Roberto.

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