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'Murphy Brown', el secreto de un éxito

La telecomedia es, sin duda, el género más genuino e incombustible de la historia de la televisión. Sigue siendo el de más audiencia, como lo prueba el que más de la mitad de los programas piloto de ficción encargados por las grandes cadenas de la televisión norteamericana para la próxima temporada -121 en total- sean precisamente comedias. Murphy Brown, el secreto de un éxito, el documental que emite Canal+ hoy a las 15.00 horas, demuestra que se necesita talento, inspiración y el apoyo de una delicada maquinaria en la que prima tanto el trabajo de equipo como el ingenio individual.

No se ponen los autores de acuerdo si para la telecomedia uno nace o se hace. Es lo que asegura Diane English, creadora y productora ejecutiva de Murphy Browny desde algún tiempo uno de los valores más cotizados en la televisión norteamericana.El documental -una coproducción entre la BBC y la cadena por cable norteamericana Home Box Ofrice- muestra el proceso de elaboración de la comedia. Una carrera contra reloj, entre lunes y viernes, en la que Diane English, el cerebro rector, y un equipo de guionistas intentan cada semana hacer honor a su bien ganada fama entre crítica y público. El secreto, según lo explica English, es un complicado proceso de escritura y reescritura de borradores que sólo se da por terminado cuando llega la hora de concluir por esos imperativos de tiempo que en la comedia televisiva son esclava servidumbre y fuente creativa de recursos para el ingenio.

En el historial del equipo de guionistas figuran créditos de las mejores telecomedias, como los de Cheers, el secreto de cuyo éxito explican también aquí sus protagonistas, Ted Danson y Kristie Alley. Pero tanto como esta experiencia importa la delicada química de los componentes del equipo.

"Escribimos como si fuéramos una sola persona", explica Diane English, aunque ella es en verdad la profesora -lo fue en su nativo Búfalo-, la que corrige, pone notas y da la aprobación final. "Utilizo muchas de mis técnicas de la escuela con mis guionistas. Incluso tengo un puntero". Sus colaboradores le reconocen olfato para captar lo que está en el aire, lo que preocupa a la gente, y un tipo de humor que ella misma define como "menos dependiente del golpe de efecto, de la ocurrencia graciosa, que del hecho de colocar a las personas en situaciones divertidas y observar sus conductas".

Una de las claves del éxito de Murphy Brown es Candice Bergen. Nadie la veía en el papel, excepto English, que descubrió la vena cómica de la actriz en la película Ricas y famosas. Murphy-Bergen es en realidad su otro yo, una mujer independiente, con criterio político, competitiva, capaz de provocar la hilaridad con sus flaquezas. "Me cuesta decir que sólo las mujeres pueden escribir este tipo de personajes", explica English, "pero, si hay que generalizar, la televisión es un medio intimista, y las mujeres son las que están más a menudo interesadas en las pequeñas histiorias, en el ángulo más humano, que es lo que mejor hace la televisión".

En la actualidad, Diane English ya no está al frente de Murphy Brown, que ha quedado en manos de los alumnos aventajados de su equipo. "El programa ya había hecho todo lo posible, había ganado todos los premios y me había proporcionado todo el dinero que era posible obtener", declaró a The New York Times. Abandonó la telecomedia para hacerse cargo de Amor y guerra, su nueva versión de la guerra de los sexos, que ella define como un "réquiem por los ochenta". Atrás ha quedado la sonada polémica durante la pasada campaña electoral norteamericana, cuando el anterior vicepresidente, Dan Quayle, acusó la serie de burlarse de los valores familiares tradicionales. La polémica confirmó la popularidad de una comedia televisiva por la que los anunciantes habían llegado a pagar ya hasta 310.000 dólares por 30 segundos.

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