El 'gordo'
Hoy nos va a tocar el gordo de la lotería a todos. ¡Enhorabuena! Un servidor estará en la sala de sorteos, y en cuanto oiga cantar el número, dará dos airosas gambetas, saldrá corriendo y que le echen un galgo.Fastuosos horizontes de mares esmeralda y doradas playas donde tumbarse panza arriba se nos presentan, y sólo es necesaria cierta coordinación para no coincidir todos en las Bahamas. Un servidor, sin embargo, tiene distinto plan. Un servidor pasó la noche meditando en qué gastará los millones del gordo, y la del alba sería cuando tomaba conciencia de que1e valdrán para satisfacer el sueño de su vida: no volver a dar golpe nunca jamás.
Los días transcurrirán tranquilos: desayuno de tenedor en California, con reposada lectura del periódico; paseíto por la acera del sol, mirando escaparates y comprando lo que se antoje; un alto en el camino a fin de evacuar solemnemente en los lujosos aseos del Ritz; aperitivo en Lhardy; llamada a la cocinera desde el teléfono portátil para indicarle que eche el arroz, pues voy para allá; la paellita sabrosa, y luego, magna siesta, con pijama y orinal; tarde de concierto, teatro o cine, según cartelera; cena en Zalacaín, con mi amigo Esteban y otros magnates; y a la hora de recogerse, ya se verá dónde y con quién.
Es un buen plan, como el de las Bahamas, e incluso el de los que prefieran seguir trabajando, pues sobre gustos no hay nada escrito. También podría ocurrir que alguien hubiera de renunciar a estos fastos porque no lleve el número del gordo, pero se trataría de un error que subsanará el sorteo del Niño. Y si no es entonces, quedan más posibilidades: la Primitiva, la Bono Loto, la quiniela, los cupones, el bingo, el biribís, la morra, los chinos, la ruleta, el bacará, las siete y media...
En este país, el que no se hace rico es porque no quiere.
