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El gobernador del Banco de Inglaterra pide a Major que frene la incesante caída de la libra

Enric González

El gobernador del Banco de Inglaterra, Robin Leigh-Pemberton, advirtió ayer al Gobierno británico que la libra no debe seguir depreciándose. "Las autoridades", dijo el gobernador ante una audiencia de banqueros estadounidenses, "no pueden permitirse ignorar la paridad de la libra si quieren vencer en su batalla contra la inflación".El claro mensaje de Leigh-Pemberton fue interpretado en la City como una señal de alarma ante la pasividad gubernamental respecto a la incesante depreciación de la divisa y como una muestra de que el banco central no aprueba el abrupto giro político del primer ministro, John Major, desde que la libra abandonó el Sistema Monetario Europeo (SME). El gobernador del Banco de Inglaterra había mantenido una total discreción hasta ayer, a pesar de las muestras de desconcierto en los mercados.

Leigh-Pemberton señaló también la necesidad de que el Bundesbank -banco central alemán- rebaje con urgencia los tipos de interés "para atajar la recesión en Alemania y en Europa y para que la economía mundial se ponga de nuevo en marcha". Los datos sobre la inflación en Alemania, publicados ayer, ensombrecen, sin embargo, la posibilidad de que el Bundesbank relaje su política monetaria en las próximas semanas.

La libra esterlina se ha depreciado de forma casi incesante desde el miércoles negro, hace dos semanas, cuando esta divisa y la lira abandonaron el SME y la peseta se vio forzada a una devaluación del 5%. La libra ha caído ya un 10% frente al marco desde esa fecha, y, tras la reducción en un punto de los tipos de interés británicos, la semana pasada, los analistas de la City pronostican que el deslizamiento continuará durante el futuro previsible.

La insistente negativa del Gobierno británico a regresar próximamente al SME, o a comprometerse al menos a hacerlo, ha exacerbado el temor de los inversores. El canciller del Exchequer (ministro de Economía), Norman Lamont, ha venido anunciando el retorno a la doctrina monetaria thatcherista, partidaria de la flotación de la libra y de la vigilancia de su paridad respecto al dólar, no respecto a las divisas comunitarias. Esta práctica requiere, sin embargo, un estricto control sobre el gasto público y el déficit presupuestario. Lamont no anunciará hasta dentro de un mes cuáles son sus objetivos presupuestarios para el próximo ejercicio, y cómo piensa equilibrar las cuentas estatales sin aumentar los impuestos.

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